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Un museo mutilado

Alfonso Palacio, director del Bellas Artes de Asturias, confía en que los problemas de los depósitos, de conexión entre los edificios y de personal se resuelvan antes de su apertura

A la izquierda, vestíbulo del nuevo edificio del Museo de Bellas Artes. En primer término, la mesa diseñada por Mangado. | luisma murias

A la espera de la luz, de algunos trabajos de remate importantes y, sobre todo, del montaje de las obras, el nuevo edificio del Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo, luce más por dentro que por fuera, ya que la fachada todavía no ha sido descubierta en su totalidad. En el vestíbulo, oscurecido por el andamiaje que todavía cubre la construcción, puede verse el fino acabado de madera y una mesa diseñada por Patxi Mangado, arquitecto autor del proyecto. La empresa constructora, Sedes, y Mangado, entregaron la obra al Principado el pasado 20 de diciembre, el mismo día en que se reunía el patronato de la institución.

Se supo entonces que Alfonso Palacio, director, había presentado el pasado agosto un informe a la consejera de Cultura en el que daba cuenta de tres serios problemas de funcionamiento, dos de ellos de fácil solución, y uno, el relativo a la evacuación de obras de arte de los almacenes, algo más complicado. La decisión del Gobierno regional de abordar sólo la primera de las fases de un proyecto concebido en dos y modificado varias veces en los últimos seis años, es una de las causas del contratiempo.

"Si divides un proyecto en fases, cada una debe ser autónoma. Y si en la mente tienes diferentes fases, lo aconsejable es no segmentarlo porque si, como ha ocurrido, finalmente tienes que hacer sólo una, dejas el proyecto mutilado", afirma Alfonso Palacio.

Dos de las dificultades tienen fácil solución, y la Consejería de Cultura se ha comprometido a resolverlas en los próximos meses. La primera está relacionada con los restos arqueológicos hallados durante la excavación, que la Comisión de Patrimonio aconsejó dejar al descubierto, decisión con la que el arquitecto estuvo de acuerdo en principio. Sin embargo, el informe sobre la ampliación elaborado en 2009 por una comisión de cuatro expertos, por encargo de la Consejería de Cultura, ya aconsejaba cubrirlos, por el peligro de conservación que puede suponer para las obras de arte que se exhiban en su entorno. Además los "facility report" que exigen los museos y colecciones del mundo para el préstamo de las obras, nunca darían su consentimiento con unos restos al descubierto. Finalmente, se cubrirán con un cristal.

Abrir una conexión del edificio nuevo con los otros dos que conforman el museo - el palacio de Velarde y la Casa de los Oviedo-Portal- también será relativamente sencilla. Habrá que tirar una pared del vestíbulo de la parte nueva que conecta con el de la Casa de los Oviedo-Portal, con lo que ya no será necesario salir y entrar dos veces del museo para recorrerlo.

El problema más serio, en lo que a fase constructiva se refiere, es el de la evacuación de las obras de arte de los depósitos ante cualquier eventualidad, ubicados en la planta -2. El Museo de Bellas Artes tiene una de las cinco mejores colecciones públicas españolas y guarda en su interior unas 13.000 obras, entre pintura, escultura, grabado, dibujo, fotografía y artes industriales. En el proyecto de Mangado, esa salida se producía a través del montacargas, cuya instalación se incluía en la segunda fase. En este momento, la evacuación debería producirse por un pasillo y una estrecha escalera, algo ineficaz si la incidencia se tratara de un incendio o de una inundación, por citar dos posibles ejemplos.

Las dos soluciones que propone Alfonso Palacio -hacer que la escalera de emergencia, más amplia, que sólo llega a la planta -1 baje hasta la -2 o una salida directa al vestíbulo en vertical a través del hueco del montacargas- son rechazadas por Patxi Mangado, que las considera "un diparate", "muy caras" y que plantearían "serios problemas estructurales".

En la reunión del pasado día 20, Cultura se comprometió a solicitar un informe técnico sobre el asunto a los arquitectos de su departamento. Ninguna de estas obras pudo acometerse antes de la entrega del edificio al Principado porque exigían un modificado del proyecto y la Consejería de Hacienda no lo autorizaba. Hasta que los almacenes no sean operativos, las obras permanecerán en su actual ubicación, a la que fueron trasladadas con motivo de la reforma. "No quiero moverlas, porque eso siempre provoca sufrimiento", indica.

A estos contratiempos se suma otro más, casi endémico en la institución, que es el de la falta de personal. Alfonso Palacio es el director y el único técnico conservador que hay. Él sólo está abordando los proyectos museológico y museográfico, y el trabajo cotidiano de catalogar, investigar, programar exposiciones y comisariarlas. "Tenemos un serio problema de personal. El Museo tiene una colección maravillosa pero todavía nos falta ser un gran museo, no tenemos un organigrama acorde con la calidad de la colección", afirma.

El director del Museo de Bellas Artes cree que los miembros del patronato son conscientes de estas necesidades y están sensibilizados con el problema. "Es cierto que hay límites en la Administración a la contratación de personal, pero creo que hay que buscar fórmulas, yo propuse dos, la asistencia técnica por parte de personal cualificado o la búsqueda de financiación para dotar una o dos becas. Hay otra vía, que es la de incorporar estudiantes en prácticas, pero en este momento el museo necesita personal cualificado para ponerlo en marcha", indica.

Al de los técnicos, debe añadirse la necesidad de contratar, al menos, ocho vigilantes para el nuevo edificio. En la actualidad, el museo cuenta con 14 en la plantilla de la casa y, según Palacio, "vamos muy justos".

"Nuestro objetivo para 2014 es la ampliación, culminar un proceso de casi siete años. En ese año, el museo continuará realizando actividades, pero sin perder de vista que esa es la tarea principal", señala. Y, pese a las dificultades, asegura encontrarse "con mucha fuerza, mucha energía y mucha ilusión".

La prórroga presupuestaria obligará a tramitar un crédito extraordinario de 684.000 euros, la cifra que Cultura había asignado a la institución en el presupuesto de 2014 para la museografía. Una cantidad que incluye la iluminación, los peines para el depósito de obras, vitrinas, peanas, señalética y diseño.

Palacio ya ha hecho alguna prueba en la sala de la planta 0 con "cromos", copias de las obras que se expondrán, de Sorolla, Regoyos, Anglada Camarasa y Zuloaga. Pero está siendo, de momento, un trabajo demasiado silencioso. "Necesitas gente, interlocutores para comentar ideas, alternativas, que te den opiniones. Está siendo sordo, duro y al mismo tiempo bonito. Disfruto, pero necesito interlocutores y estos en un museo suelen ser los conservadores", subraya.

Un fórmula para ahorrar algo de dinero es la posibilidad de volver a recuperar el edificio anexo al palacio de Velarde, al que afectaba de lleno la segunda fase de los trabajos de ampliación. El traslado de las oficinas a su antigua ubicación permitiría liberar dos de los tres alquileres que paga la institución "y eso, al cabo del año, es una cantidad importante".

La celebración del IV Centenario del nacimiento del pintor asturiano Juan Carreño de Miranda y del IV de la muerte de El Greco, de quien el Museo exhibe uno de los tres apostolados completos que se conservan, marcará también las actividades del Museo el próximo año. La institución participará en la exposición "Greco y su taller" que se inagurará en septiembre en Toledo, comisariada por Leticia Ruiz, jefa del departamento de Pintura Renacentista del Museo del Prado. En abril, Leticia Ruiz ofrecerá una conferencia en el museo asturiano sobre los apostolados. El asturiano ocupará un espacio monográfico en la primera planta del Palacio de Velarde.

En cuanto a Carreño de Miranda, cuyo retrato de Carlos II es una de las obras principales del museo, Palacio asegura que están trabajando en varias actividades, "alguna de ellas importante", pero "todavía hay que cerrarlas e informar al patronato".

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