Para Larry Page, el fundador de Google, el mismo que hace unos años recogió en Oviedo el premio "Príncipe de Asturias" de Comunicación, la venta de Motorola a la compañía asiática Lenovo, anunciada anteayer en los mercados, es el desenlace de un fracaso empresarial en toda regla pero probablemente también un desahogo.

Los números están claros. Google pagó por Motorola unos 12.500 millones de dólares en 2011 y ahora la vende por poco más de 2.900. Perder casi diez mil millones en tres años tiene su miga, pero al menos Page y los suyos se desembarazan de un lastre que suponía pérdidas de más de quinientos millones de dólares anuales. Que la venta de Motorola no fue del todo un mal negocio para Google lo prueba el hecho de que ayer mismo las acciones del buscador se dispararon en Wall Street un 12%, tras las caídas de los últimos días, fruto de la incertidumbre.

Motorola era un símbolo de la telefonía móvil de los Estados Unidos, y ahora pasará a ser una empresa china. China se plantea entrar a saco en el negocio mundial de los móviles y, a medio plazo, plantar cara a Samsung y Apple, los grandes monstruos del sector. El principal objetivo de la Motorola asiática son las marcas LG y Huawei.

Google se quitó así un peso de encima y, según palabras de su consejero delegado y cofundador, Larry Page, podrá centrarse ahora "en llevar innovación al ecosistema Android para el beneficio de los usuarios allá donde estén".

La empresa californiana seguirá siendo dueña de las más de 14.000 patentes de la empresa de telefonía fundada hace más de 85 años y que fueron, en realidad, el motivo por el cual se hizo con Motorola en su momento. Google pagó un sobreprecio por asegurarse que Apple y otros fabricantes de dispositivos lo dejaran tranquilo y no lo demandaran una y otra vez en juicios por vulneración de la propiedad intelectual.