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"Traducir es crecer en el mundo de las palabras"

Fernando Beltrán vierte al español los poemas de Josep Carner que se incluyen en "Barcelona Bestiario"

"Traducir es crecer en el mundo de las palabras"

Fernando Beltrán (Oviedo, 1956), poeta, fundador del estudio creativo "El nombre de las palabras" y presidente de la Fundación Aula de las Metáforas, esta última en Grado, encontró en 2010 la casa de la traducción en Novellana. Su hogar en Asturias -su residencia habitual está en Madrid- se ha convertido en el espacio soñado para trabajar con las poéticas de otros. Allí tradujo "Jardín de versos de un niño", de Robert Louis Stevenson, y, más recientemente, los 41 poemas de Josep Carner que se incluyen en su nuevo libro "Barcelona Bestiario", editado por Triangle Postals.

La original obra, concebida para todas las edades, trata de dar a conocer una parte del bestiario de Barcelona, probablemente la ciudad europea con uno más extenso y completo, a través de 41 fotografías de Pere Vivas que acompañan a 41 poemas de Josep Carner (Barcelona, 1884 - Bruselas, 1970), considerado el primer poeta moderno de Cataluña y "Príncipe de los poetas catalanes". Los poemas se han seleccionado de dos de los títulos más conocidos de Carner, "Museu zoológic" (1963) y "Bestiari" (1964). Es un homenaje al autor, al cumplirse 50 años de la publicación del primero de los poemarios, y también una reivindicación de la obra de una de las personalidades más interesantes de la cultura catalana, que fue además periodista, autor de teatro, traductor y uno de los escasos diplomáticos que se mantuvieron leales a la República.

Pese a su negativa a publicar en España hasta que hubiera fallecido Franco, Josep Carner aceptó reunir su obra poética en el volumen "Poesía" (1957), considerado hoy un clásico del género. En 1961 aceptó la propuesta del pintor, grabador y bibliófilo Jaume Pla i Pallejá de escribir unos textos sobre animales para ilustrar unos dibujos de Josep Granyer. Pla quería publicar un libro de lujo para niños pero, ante los primeros "comentarios poéticos" enviados por el poeta, y su promesa de continuar enviando, el editor se replanteó el proyecto inicial, desdoblándolo, convirtiéndolo en dos nuevos libros con poemas carnerianos inéditos: el "Museu Zoológic" y el "Bestiari".

"Los seleccionados son poemas de la última época de Carner, sencillos pero con sorpresa, cada uno de ellos está dedicado a un animal que aparece en una fachada de Barcelona. El libro funciona también como guía de la ciudad", explica el poeta asturiano.

"Traducir es crecer, y crecer en el mundo de las palabras y en el de la poesía, que es el que yo amo. Traducir me enseña palabras y el mundo infinito que hay detrás de cada una de ellas", añade.

Apasionado y reflexivo, Fernando Beltrán, que ha traducido también poemas de Leonard Cohen, afirma que este último trabajo con los versos de Carner le ha enseñado la dificultad que entraña traducir lenguas muy cercanas, procedentes ambas de un tronco común como es el latín. "Puedes cometer grandes errores porque crees que es más fácil, no te puedes fiar del conocimiento de esa lengua. Me he tenido que meter muy a fondo en los poemas y en el catalán. Ha sido como una puesta en común para intentar ser lo más fiel posible al original", apunta.

Además de en catalán "Barcelona Bestiario" se ha editado en castellano y en inglés, esta última con traducción de Mary Ann Newman, escritora especialista en literatura y cultura catalanas.

El poeta y profesor Jaume Subirana, con el que Fernando Beltrán ya colaboró en la traducción de Stevenson, es el autor de la introducción de la obra, en la que relaciona los bestiarios literarios desde Esopo hasta la actualidad, los bestiarios carnerianos y los animales de Barcelona. Los poemas y las fotografías van acompañados de una ficha taxonómica del animal y de un texto breve de Marta Luna, pedagoga y especialista en literatura infantil y juvenil, que hace de puente entre la imagen y los versos. El libro incluye mapas de localización de los animales por si se quieren hacer itinerarios para descubrirlos.

En la traducción, Fernando Beltrán sigue siendo poeta, aunque las palabras sean de otro. "La poesía siempre es un puente hacia otro lugar, tu propia lengua se ensancha con la traducción, el intercambio es inmensamente rico", indica.

El asturiano, autor de títulos como "Aquelarre en Madrid", "Bar adentro" o "La semana fantástica", por citar algunos, está convencido de que en la literatura, la poesía camina por otro sendero. Esos pocos lectores de poesía, aunque fieles y muy apasionados, de pronto sorprenden y reclaman, como le ha ocurrido recientemente, más ejemplares de "Sólo el que ama está solo", un libro con ilustraciones de Pep Carrio que acaba de estrenar su segunda edición.

"Son las sorpresas de la poesía, es como un goteo que te da muchas alegrías", confiesa.

La poesía de Fernando Beltrán nace, como él mismo explica, "en la mesa de al lado o en ese vagón de metro que cojo cada día a las siete y media de la mañana". Y añade: "Los poetas hablamos por la voz de todo el mundo, todos nos parecemos mucho, tenemos los mismos miedos, idénticas ilusiones, amamos y nos conmovemos. Lo único que tenemos distinto son los oficios. Los poemas llegan del mundo, de la sociedad, y tú los devuelves".

Tal vez por eso, a Beltrán le gusta dejar abierta su poesía, la que él escribe, "para que la cierre el lector".

Mariposa encantadora,

yo, ligera y juguetona,

con ternura, si hace sol,

planeo de flor en flor.

Tan hermosa es mi presencia

que es un delito no verla.

Maravilla para el ojo,

y en un puño apenas polvo.

Unos gritan, otros lloran

cuando cubrimos los campos;

el payés corre a su cueva,

sube al monte el ermitaño.

Tenemos hambre sin fin

y tan ingente es mi plaga

que hasta el mismo cielo oculta

su nube espesa y compacta.

Cuando ya nos hemos ido

ni una brizna queda a salvo;

no dirá ya el campesino

que lo peor son los rayos.

Con diferentes matices

de disgusto o alegría,

el miau o el marramamiáu

modulo según qué día.

El miau a veces es sólo

mi llamada de atención,

aunque hay un miau también tierno

y otro miau que es de estupor.

Y si hay miaumiáus que suplican

como un vulgar lloriqueo,

también un cruel marramiáu

reivindica el cuerpo a cuerpo.

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