Imagine que tiene un cáncer de hueso que obliga a quitarle el fémur y, por consiguiente, a amputarle toda la pierna desde la ingle. Imagine que el cirujano le dice que le quitará el fémur pero no su "envoltorio", o sea, que le conservará la "cáscara" del muslo. Imagine que le explica que, a continuación, doblará hacia arriba la mitad inferior de su pierna (la tibia y el peroné) y la convertirá en fémur. Por el momento, tenemos la parte superior de la pierna "salvada". Salvada con todas las comillas que se quiera, pero con una capacidad funcional más que aceptable y que admite que, en un futuro próximo, le implanten una prótesis de rodilla hacia abajo que le permita desplazarse razonablemente.

Ahora deje de imaginar y abra sus ojos a la realidad para saber que un equipo de unos treinta profesionales del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) acaba de llevar a cabo una intervención quirúrgica que ha seguido exactamente estos pasos. Pionera en España y con muy pocos precedentes en el mundo, la operación fue presentada ayer por su principal artífice, Alejandro Braña, jefe del servicio de traumatología, y por buena parte del personal de esta unidad, todos ellos acompañados por Miguel Rodríguez, director del HUCA.

"La cirugía que hemos realizado es técnicamente muy compleja y exige una alta dosis de creatividad y un verdadero trabajo de equipo", explicó el doctor Braña. Aunque su equipo llevaba un par de décadas en disposición técnica de ponerla en práctica, "hasta el momento no nos había llegado ningún paciente que requiriese de la aplicación de este procedimiento". Existen protocolos para este tipo de intervenciones, pero "a la hora de la verdad hablamos de operaciones diseñadas al milímetro, intervenciones rigurosamente personalizadas", precisó Miguel Rodríguez.

Traumatología, cirugía vascular, anestesiología, rehabilitación, radiodiagnóstico y anatomía patológica son algunas de las especialidades -además de enfermería- implicadas en una operación que duró seis horas. El resultado fue exitoso y la paciente recibió el alta a mediados de esta semana. Los responsable de la intervención sólo dieron tres datos de la enferma: ya había sido operada de la pierna, pero el cáncer había reaparecido; reside en San Sebastián y tiene "entre 40 y 50 años".

La presencia de una donostiarra en el HUCA obedece a que la unidad de tumores del aparato locomotor del complejo sanitario ovetense está catalogado como de referencia para todo el país. "Cuando el doctor Braña me explicó la operación tuve la impresión de que me contaba una película de ciencia ficción", declaró ayer mismo a LA NUEVA ESPAÑA la paciente, Ana, quien prefiere no dar más datos personales salvo que "estoy más cerca de los 50 que de los 40" y que, hasta el momento en que un osteosarcoma agresivo irrumpió en su vida trabajaba como administrativa. Atiende a este periódico desde el Hospital Donostia, de San Sebastián, donde van a efectuarle un injerto de piel y una serie de curas. En unos días retornará a su casa.

"Los traumatólogos del Hospital Donostia me hablaron de hacerme una desarticulación de la cadera, pero no se atrevían a limpiar toda la zona que había estado en contacto con el tumor", señala Ana. Fue entonces cuando le ofertaron otros hospitales, y finalmente hubo de optar entre La Paz, de Madrid, y el HUCA. Reconoce que se quedó sorprendida cuando le ofrecieron un centro sanitario de una ciudad periférica, hizo sus pesquisas en internet y el pasado 30 de diciembre realizó la primera visita al jefe de traumatología. Luego vino el relato de "ciencia ficción" y toda la odisea ya relatada. "Alejandro Braña y su equipo, y todo el personal del hospital, me han demostrado una profesionalidad y una categoría fuera de lo común. Mi gratitud es inmensa", apostilla Ana.