La fibrilación auricular es la arritmia cardiaca más frecuente. Se calcula que alrededor de un 15% de las personas mayores de ochenta años la padecen. El problema es que este tipo de arritmias multiplica por cinco el riesgo de padecer un ictus cerebral como consecuencia de la formación de trombos en el corazón.

Prevenir esos trombos mediante el uso de fármacos anticoagulantes es la medida más usual. El famoso Sintrom, aunque ahora ya funciona toda una nueva generación de medicamentos que a igual protección producen menor riesgo de sangrado. El sangrado genera hemorragias, a veces graves, por lo que no todos los pacientes pueden tomar anticoagulantes. Hasta la fecha la alternativa para ellos era ninguna.

El equipo de cirugía cardiaca del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) presentó ayer una nueva técnica quirúrgica que logra mediante la implantación de un dispositivo cerrar la cavidad auricular donde se forma la mayor parte de los coágulos que pueden derivar en infartos cerebrales. Señalaba ayer el director médico del HUCA, Miguel Javier Rodríguez, que "un 70% de los ictus pueden ser de origen cardiaco".

Fue en el pasado 2 de diciembre cuando una mujer de 69 años se convirtió en la primera paciente que se iba a beneficiar en Asturias de esta técnica, que apenas lleva un año implantada en España. Es una técnica compleja que consiste en introducir un catéter por la vena femoral a partir de la ingle derecha, y llegar con él hasta el corazón donde se implanta el dispositivo, de 1,5 centímetros de diámetro aproximadamente. El objetivo: la orejuela.

¿A qué llamamos orejuela? Es una especie de cavidad que todos tenemos en la aurícula izquierda. No le busquen función porque no la tiene (o al menos no se le ha encontrado). Cuando el corazón funciona correctamente, la aurícula es capaz en cada latido de exprimir y sacar la sangre que queda en esa cavidad. Cuando la aurícula fibrila (de ahí el nombre de esa arritmia muy común, la fibrilación auricular) la sangre se remansa en esa orejuela. "Y si la sangre no fluye, se coagula", como recordaban ayer el director del área de corazón del HUCA, César Morís, y el ecocardiografista Jesús de la Hera, en la presentación a los medios de comunicación de esta técnica pionera con más del 95% de éxito.

El objetivo quirúrgico es taponar la orejuela. El dispositivo, de niquel y titanio, "viaja" plegado en el catéter, casi un metro de recorrido hasta el corazón. Los cirujanos tienen que traspasar la finísima pared que separa la aurícula derecha de la izquierda (una muy pequeña punción, que no deja huella, basta). Cuando el catéter llega a la boca de la orejuela los médicos despliegan el dispositivo en cuyo extremo unas púas milimétricas sirven de enganche. Las imágenes facilitan la comprobación de que está bien anclado. Los cirujanos emplean además un método menos ortodoxo, pero muy efectivo. Unos pequeños "tirones" del catéter complementará la seguridad que da el monitor. En ese momento se suelta el minúsculo tornillo que une el dispositivo con el catéter y a partir de ahí se pierde el control de ese pequeño tope que salva vidas.

"Ante cualquier duda, recuperas el dispositivo y te vas", explica Morís. Hay una mínima posibilidad de que, una vez implantado, el dispositivo se suelte. Acabaría en el ventrículo izquierdo, que lo derivaría a la aorta. Mala cosa, pero como ayer señalaba el equipo del HUCA "ese es un riesgo que tiende a cero".

La paciente se encuentra bien y ha superado los primeros controles. Su historial médico aconsejó la operación. Había padecido un ictus que no le había dejado secuelas. Comenzó a tomar anticoagulantes pero tuvo a causa de ello un serio episodio de sangrado pulmonar y digestivo. Tras rebajársele la medicación contra los coágulos para evitar más hemorragias la mujer volvió a tener otros ictus, esta vez menor que el primero.

La intervención se desarrolla con anestesia general y el paciente permanece ingresado 24 horas si no hay problemas añadidos. El HUCA espera realizar a lo largo de este año entre 15 y 20 operaciones de este tipo.

Tras un estudio publicado en "Circulation", una de las más prestigiosas revistas cardiológicas, los acontecimientos se desbordaron en relación con esta técnica. El Gobierno norteamericano lo ha aprobado para su utilización en la cartera de servicios de los hospitales de los Estados Unidos, porque la intervención quirúrgica reduce en un 40% el riesgo de ictus, muerte cardiovascular o embolia.

Una técnica que no viene a sustituir a los anticoagulantes, según señalaron Miguel Javier Rodríguez, Jesús de la Hera y César Morís, que siguen siendo el mejor método preventivo para muchos pacientes.