Ya son tres los peronazos del Órgano de Difusión de los Jueves Peronistas. El último número, el tercero, con más páginas que el primero y el segundo, incluye nuevas figuritas (perfiles impagables), las pintadas callejeras del 73, el diccionario peroncho, algo sobre el Che que les puede interesar, entrevistas con Daniel Santoro y Roberto Baschetti, la explicación resumida de cómo se armó el quilombo, postales, etcétera.

Nadie que quiera profundizar en lo que la historia omite del justicialismo por parecerle demasiado poco academicista, serio o riguroso debería perderse este extraordinario fanzine. Pero ello no significa que este ingenioso artefacto esté escrito con el culo y por unos indocumentados. Al contrario, todo lo que el lector desconoce del peronismo y nunca se ha atrevido a preguntar se encuentra en las páginas de los tres volúmenes aparecidos hasta ahora, que con el paso del tiempo o mucho me equivoco o terminarán por convertirse en auténticos incunables.

Viernes Peronistas es una adicción. Lo admito. Cuando acabé con la primera entrega quería tener en mis manos la segunda y así ocurrió hasta hacerme con la tercera. Ahora me pregunto si habrá material para una cuarta, y probablemente sea una pregunta ociosa. El peronismo, que lo abarca todo, es parecido al chicle, por eso creo que la muchachada seguirá adelante. Confío en el movimiento fundado por Mongo Aurelio I, Mongo Aurelio II y Mongo Aurelio III, tres autores fascinados por las torpezas y excentricidades de unas décadas clave en la Argentina. Hasta el punto de atar todos los cabos y, al mismo, hacer que sonriamos con su lado más cómico.

¿Qué ocurre? Que como sucede con todos los fanzines disolventes que en el mundo han sido, Viernes Peronistas encierra un entramado irreverente donde conviven lo divino y lo profano, capaz de desconcertar a algún que otro lector no iniciado, que enseguida aprenderá a situarse en el mapa. Lo que cuenta, desde lo paradójico a lo trágico, forma parte de un relato continuo, incluyendo los avisos. Por ejemplo, "Gomperón, el perfecto fijador Evita Evita Evita la caída del cabello", o las hojas de afeitar Tucumán -"si usás estas hojitas, la rompés, querido"- con el famoso filo de posguerra de guerrillas.

No hace falta ser argentino ni mucho menos peronista para extraer divertidas conclusiones de estas lecturas estupendamente ilustradas y profundamente contradictorias, como lo es el propio movimiento liderado por Perón. El quilombo, en resumidas cuentas.