La conexión era Santo Toribio de Liébana, Covadonga y Oviedo. El cuerpo del santo y el Lignum Crucis en el monasterio cercano a Potes, un lugar de milagros en las montañas asturianas y visita a la Santina, y paso por la Catedral y por la Cámara Santa, el gran relicario asturiano. Una sobredosis de religiosidad a los ojos de los peregrinos.

Lo cierto es que Covadonga sí fue "un hito importantísimo" en el Camino de Santiago. El historiador Andrés Martínez Vega, subdirector del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), tiene clara la importancia decisiva que tuvo durante siglos el santuario asturiano en esa ruta jacobea medieval.

Martínez Vega, profesor de Historia en el IES de Infiesto, villa de la que es cronista oficial, abrió ayer en Covadonga el ciclo de conferencias organizadas por el RIDEA y el cabildo del real sitio. Y lo hizo recordando los muchos indicios que apuntan a ese foco del Camino para el que había que alejarse de las actuales rutas convencionales.

"En el siglo XII ya estaban implantados en Covadonga los canónigos de San Agustín, una orden religiosa nacida un siglo antes, que tenían misión contemplativa, pero también hospitalaria. Con ellos trabajaban laicos que atendían los hospitales de peregrinos". Toda una novedad para la época.

Había monasterios de la orden de los Canónigos, que dio lugar más tarde a la de los Agustinos, en lugares difíciles del Camino de Santiago. Un hospital, el de San Nicolás, en la provincia de Palencia, era administrado desde Covadonga. La red de monasterios era extensa y bien comunicada.

"En Asturias funcionaron cuatro monasterios benedictinos en apenas 40 kilómetros", dice el historiador Martínez Vega. Uno, el de San Pedro de Villanueva, cerca de Cangas de Onís; los otros tres, femeninos, son San Martín de Soto, cerca de Arriondas, San Bartolomé de Nava y Santa María de Villamayor.

San Pedro es hoy parador nacional, de Santa María queda un hermoso ábside románico junto a la iglesia de Villamayor y el parque local. Es monumento nacional. Sobre los restos de San Martín pasa la carretera 634. San Bartolomé se levantaba en el solar del actual Ayuntamiento de Nava.

"Tras Covadonga hubo un gran movimiento de población y están documentadas la fundación de cantidad de monasterios, ermitas e iglesias".

Los canónigos de San Agustín abandonan Covadonga en el siglo XVII y son sustituidos por el cabildo. En ese siglo se sabe que hay en el santuario asturiano un altar dedicado a Santiago, lo que para Andrés Martínez es significativo.

"Covadonga sigue teniendo mucho tirón, pero es verdad que desapareció totalmente de la ruta jacobea". En las actas capitulares del santuario "hay un derroche de citas de peregrinos".

Desde Potes a Oviedo, pasando por Covadonga, el Camino era todo menos fácil. Cruzando los Picos, por Espinama y Valdeón, para conectar con Caín. En el fondo es utilizar vías que nos enlazan con la Prehistoria.

Hasta llegar al santuario desde Santo Toribio de Liébana había mucho que andar en varias jornadas, "pero en aquellos siglos el tiempo no contaba, nada parecido a lo de ahora. Había peregrinos que echaban años en la ruta jacobea, y ya se sabe que era norma común hacer testamento antes de emprender el Camino", explica Andrés Martínez Vega.

Había que ir y había que volver. Muchos murieron en el intento, y otros muchos se quedaron, sobre todo aquellos que no habían dejado atrás grandes lazos personales. Algunas zonas de Asturias se llenaron de nombres francos como comprobó Andrés Martínez cuando abordó su tesis doctoral sobre el monasterio de Santa María de la Vega. "No es casualidad que una calle cercana se llame precisamente Gascona".

El Camino del Norte era más complicado, pero al menos estaba lejos de lo que se entendía, todavía en la Edad Media, como zona de guerra, una franja al sur de la Cordillera donde la Reconquista estaba viva. Las montañas dificultaban la ruta pero también protegían.