Lo que los periodistas entendieron como una destitución, el gerente del Servicio de Salud del Principado (Sespa), Tácito Suárez, prefirió llamarlo "un acuerdo entre ambas partes después de un trabajo brillante finalizado". Lo cierto es que Jaime Rabanal dejó ayer de ser el gerente del área sanitaria IV, con cabecera en Oviedo, responsabilidad que conlleva la dirección del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Le sustituye en el cargo Manuel Matallanas, quien desde enero de 2013 dirigía la oficina del cambio, ente encargado de materializar el complejísimo traslado del HUCA desde el viejo recinto del Cristo al nuevo de La Cadellada. La apertura del flamante edificio se materializó el pasado 14 de junio.

Los rumores del relevo comenzaron a extenderse en la tarde de anteayer, miércoles. No eran nuevos: más bien de estilo Guadiana en los últimos meses, por eso no fueron tomados demasiado en serio por algunos. Pero ayer el Sespa reunió a su consejo de administración con carácter extraordinario para concretar un traspaso de poderes que se escenificó con la presencia de quien sale y de quien entra en la misma mesa y secundando el mismo argumento. "Estamos ante un relevo natural", señaló Tácito Suárez. O sea, no traumático.

El runrún del cambio incluía al segundo de a bordo de Rabanal, Antonio Álvarez, opción que los convocantes de la rueda de prensa no quisieron confirmar. "A mí, obviamente, no me ha llegado ninguna petición", dijo Manuel Matallanas. Parece ser que el Sespa ha solicitado a Álvarez un periodo de reflexión, a la espera de conocer los planes del nuevo gerente. Con todo, en algunos medios hospitalarios se considera incompatibles a Matallanas y a Antonio Álvarez.

La marcha de Jaime Rabanal acentúa la inestabilidad del HUCA en un momento crucial de su puesta en marcha. Sobre el papel, y así lo reconoció recientemente el propio consejero de Sanidad, Faustino Blanco, el último trimestre del presente año debería ser determinante para que el complejo sanitario de La Cadellada adquiriera su velocidad de crucero, un ritmo normalizado. Habrá que ver si esta nueva circunstancia favorece o lastra un objetivo que se antojaba fundamental para reducir unas listas de espera muy abultadas y combatir la desmotivación en la plantilla que ha caracterizado el primer trimestre de funcionamiento.

A esa "velocidad de crucero" se refirió ayer el gerente del Sespa. "El Hospital comienza a funcionar a ritmo. Se avecinan nuevos tiempos y nuevas caras", añadió Tácito Suárez, quien admitió que un traslado hospitalario de estas características "supone un cierto crecimiento en las demoras", en referencia a las listas de espera.

Entre la plantilla del HUCA, particularmente la de médicos, seguramente son mayoría los que atribuyen a Matallanas una mayor capacidad de diálogo con los profesionales y un mejor conocimiento de los entresijos del centro sanitario. Además, Rabanal es economista (fue consejero de Hacienda con varios gobiernos de Vicente Álvarez Areces) y Matallanas, médico, factor no baladí para muchos facultativos. Otra cosa será que este último disponga de un mayor margen de maniobra que su antecesor, quien en ocasiones, a lo largo de su periodo de gestión, dio a entender a sus subordinados que se sentía con las manos demasiado atadas a la hora de dar respuesta a ciertas demandas.

Ya el pasado día 14 este periódico había informado de "discrepancias entre los dirigentes del HUCA y los de la Consejería" a la hora de determinadas tomas de decisiones en la marcha del Hospital. En concreto, las mayores discordancias parecían estar generadas por el exceso de rigidez en algunos criterios emanados desde el departamento que dirige Faustino Blanco. Entre los epígrafes de disensión podría figurar la erradicación de las horas extraordinarias ("peonadas", en el argot sanitario), que está causando demoras muy importantes en áreas como la de radiodiagnóstico. El último comunicado de queja de casi una treintena de médicos de radiología fue especialmente duro con la gestión de los servicios hospitalarios.

La intensa tarde político-sanitaria de ayer había tenido un prólogo en la Junta General del Principado. Daba la casualidad de que el consejero de Sanidad era el primero en intervenir tras una interpelación urgente del PP sobre el plan integral de atención primaria. La diputada popular Victoria Delgado comenzó su intervención con un "hoy, señor consejero, es una mala tarde para usted, incapaz de mantener equipos cohesionados". Blanco salió por la tangente: "Mala tarde la de su consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha". En la Junta, los diputados se enteraban de la última hora por la edición digital de LA NUEVA ESPAÑA, que a las cinco de la tarde ya daba por hecho el cese del gerente del área sanitaria IV y el nombre de su sustituto. Entre los comentarios, algún lacónico "se veía venir".

En la sede central del Sespa, la voz cantante de la rueda de prensa la llevó su gerente, Tácito Suárez. Jaime Rabanal habló lo justo.

-¿Influyeron las desavenencias con el Consejero en las razones de su cese?

-En absoluto.

-¿Cuál será su nuevo destino?

-Soy funcionario del Servicio de Salud de Castilla y León y me reincorporaré a esa comunidad.

Para la Consejería de Sanidad, al menos de puertas para afuera, la gestión de Rabanal fructificó "en un traslado satisfactorio del Hospital", mudanza que Rabanal dirigió "de manera brillante". Suárez puso apellidos a esa gestión: disciplina, responsabilidad, elegancia...

Recordó Jaime Rabanal que "llevo trabajando en este proyecto muchos años". Unos nueve, para ser concretos. Y Tácito Suárez añadió que "cada etapa y cada momento necesitan unas personas". Le toca el turno a Manuel Matallanas, que se plantea como principal reto para 2015 "ajustar la organización" del nuevo HUCA, un hospital "con excelente continente y contenido". Matallanas se ve en el papel de "continuador de una estrategia general".

Con este cambio, la actual legislatura sanitaria se convierte, con diferencia, en la más convulsa de las transcurridas hasta la fecha. Ya resultó muy llamativo que el pasado mes de enero fuera destituida la gerente del Sespa, Celia Gómez, sin que una decisión de tan notable dimensión fuera adecuadamente justificada desde la Consejería de Sanidad. Anteriormente habían dejado sus cargos de forma voluntaria el director general de Innovación Sanitaria, Enrique González, y el número dos del Sespa, Aquilino Alonso. Este último y Celia Gómez pasaron después a desempeñar altos cargos en la Junta de Andalucía.