Una marcada preponderancia de los varones sobre las mujeres, una tendencia clara a romper las normas, problemas de baja autoestima y búsqueda de atención son los rasgos que caracterizan a los jóvenes conflictivos, que se encuentran en grave riesgo de abandono escolar.

Así lo revela la tesis doctoral de José Manuel Orrego Álvarez de la Universidad de Oviedo, distinguida con la calificación de cum laude. El trabajo de Orrego Álvarez, "Perfil psicosocial y modelo de intervención en adolescentes con problemas graves de comportamiento", ha evaluado a medio centenar de estos adolescentes de entre 13 y 16 años, que han pasado por el llamado programa "Trampolín", de la Consejería de Bienestar, que interviene con los muchachos para lograr su mejor integración en los centros.

"Se trata de jóvenes con graves problemas de convivencia con sus familias y en los centros escolares", explica Orrego. Un alto porcentaje de estos adolescentes proceden de hogares desestructurados y con problemas relacionados, en algunos casos, con prácticas parentales inadecuadas o situaciones sociales límite.

El estudio desvela que el coste económico de estos estudiantes triplicaría el de un alumno normal, estimándose en unos 20.000 euros por curso, teniendo en cuenta los gastos directos e indirectos. También se han detectado algunos trastornos habituales con una incidencia significativa en la población escolar como son, la hiperactividad (entre el 3 y el 7 por ciento), los disociales (entre 2 y el 10 por ciento) o un comportamiento negativista desafiante (entre el 2 y el 16 por ciento).

La tesis señala la dificultad que existe para cubrir la demanda de estos casos y también para poder detectar los síntomas a una edad temprana. El trabajo de Orrego constata los buenos resultados del programa "Trampolín" que siguen algunos de estos jóvenes. "Este programa utiliza un método de intervención ecléctico que se adapta a cada caso particular. Para lograr resultados se despliega una amplia batería de métodos y para cada chaval se elige el que pueda resultar más adecuado", apunta el investigador.

El trabajo con estos adolescentes busca su integración de nuevo en los centros escolares y se observa la reducción de la frecuencia y gravedad de los conflictos que originan y una mayor motivación escolar. Su capacidad de relación con la sociedad y con la familia mejora y también asisten más a clase. El estudio muestra un avance respecto del punto de partida. No obstante, según señala Orrego, "son muchachos que seguramente seguirán manifestando conductas problemáticas en su entorno, aunque en la mayoría de los casos de mucha menos intensidad que al principio".