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Bordados, brocados y brillos sobre la alfombra del Auditorio

La Reina, de negro total, optó por llevar los brazos descubiertos y lució unos pendientes de brillantes

Los Reyes de la mano, a su llegada al Auditorio.

Seda, tul y el negro, omnipresente en el ropero real, aportan las claves del vestido entallado, de largo hasta la rodilla, escogido ayer por la Reina de España, maquillada en tonos naturales, con la mirada muy marcada con mascara, para presidir el concierto previo a la entrega de los premios "Príncipe de Asturias" (que será esta tarde en el teatro Campoamor de Oviedo), celebrado en el auditorio Príncipe Felipe.

La "petit robe noir" (el típico pequeño vestido negro), con el sello de Felipe Varela, protagonizó el primer acto oficial de los monarcas en Oviedo, el que marca la pauta del código de vestimenta para los actos de hoy. El "total black", o en su defecto azul marino, es uno de los más recurrentes en la Reina, que, sin más joyas que unos pendientes de brillantes, adornó el vestido, sin mangas, en raso de seda y cuello caja, con un espectacular bordado de cuentas sobre tul alrededor del escote, por delante y por la espalda y hombros, como una especie de guiño a los dibujos de abalorios que llevan los trajes de asturiana, especialmente los de la zona oriental, a la que tan vinculada está la Reina.

A primera vista, el traje de cóctel recordó al vestido que Letizia llevó el pasado 27 de junio en la visita realizada a Cataluña para presidir el acto de entrega de los premios "Fundación Príncipe de Girona". La Reina sorprendió entonces con un Varela negro y brillante. Esta vez ha optado por un sofisticado recogido bajo, que realza sus facciones.

En Florida, el pasado noviembre, la entonces princesa se decantó por un vestido de seda negro, de corte idéntico al que llevaba ayer, salvo que en esa ocasión incluyó una espectacular espalda bordada. Curiosamente, en la web de Felipe Varela se anuncia la próxima puesta a la venta de un vestido similar a aquél, bautizado "Miami".

Los salones negros trenzados en la parte delantera, un clutch del mismo color, y los labios de rosa intenso completaron el outfit real. El Rey apareció con traje azul cobalto, rallado, corbata roja con pequeños detalles en blanco y camisa también blanca, casi a juego con la barba canosa que ya luce. Y como si de un "efecto contagio" se tratase, muchas invitadas escogieron el negro, entre ellas la directora de la Fundación, Teresa Sanjurjo, que lo combinó con blanco, o Rita Mari Álvarez, esposa del delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo. De negro riguroso llegó Ana Gamazo de Honhelohe, que arribó al Auditorio acompañada por su esposo, el financiero Juan Abelló, cuando los monarcas ya habían saludado a las autoridades y entrado.

El buen tiempo y el calor que aguantaron hasta bien entrada la tarde animaron a muchas de las invitadas a prescindir de chaquetas y otros aditamentos. Tal vez por eso, los vestidos tuvieron el máximo protagonismo en versiones varias: sin manga o con los brazos completamente tapados y en colores como el rojo, estrella del otoño, y los azules en toda su gama.

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