La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Premios "Príncipe de Asturias"

La tranquilidad de la víspera docente

Quino en el Campo para escolares, Banville en el campus para universitarios y Joseph Pérez en la Junta General para posgraduados en leyes, antes de que llegaran los Reyes

La tranquilidad de la víspera docente

Para que quepan unos premios "Príncipe o Princesa de Asturias" en una ciudad hacen falta:

1) Un teatro para el acto que se llena de señoras con los hombros al aire y caballeros con los sobacos bien apretados en las mangas de las americanas.

2) Un hotel de cinco estrellas con portero de chistera en un avance más hacia el pasado.

3) Un Campo San Francisco y un campus del Milán, ambos de Oviedo.

4) Un palacio de factura repostera como el de la Junta General del Principado y un caserón sobrio como el de la Universidad.

5) Una plaza pequeña, tipo Escandalera, un paseo provinciano como el de los Álamos y un puñado de calles que se puedan cerrar con un coche patrulla y unas vallas de plástico azul.

A partir de ese escueto tablero se pueden soltar agentes armados de un tamaño cada año mayor respecto a la estatura del español medio; camiones de mudanza tecnológica de la caravana televisiva; azafatas de pañuelín azul; gaiteros en su salsa bajo el fieltro de gala y los men y women in black de la Fundación, esas fuerzas de la seguridad protocolaria que componen la guardia suiza de la corte de Oviedo.

El Campo es para los niños. En el Campo San Francisco estaba la ciencia interpretada por los diseñadores asturianos en sus marcos de metal y la propaganda fotográfica de los premios en el paseo de los Álamos. La mañana, paulatinamente caldeada por el sol de otoño, concentró a un buen puñado de ovetenses para el descubrimiento de la figura primaveral de Mafalda, que ya era un éxito antes de ser instalada cerca del estanque.

El alcalde Iglesias Caunedo, de figura manolítica, descubrió la Mafalda ante el dibujante Joaquín Lavado y su mujer, Alicia Colombo. Los niños habían disfrutado el martes con Quino y ayer había algunos en el descubrimiento de la estatua de Mafalda. "Premios Príncipe nes escueles", monarquía y pedagogía, algún día se publicarán los trabajos escolares de los príncipes para el concurso "qué es un ciudadano para ti".

Consecuencia de haber sido canonizado como santo laico del humor, Quino, republicano, hijo y nieto de republicanos, de mayor cree en los reyes nuevos -"un amigo español me dice que van a traer un cambio"- y oye a quienes le reprochan que guste a reyes y a jurados de príncipes pese a cuanto ha hecho él en sentido contrario, burlándose del poder y de su fuerza bruta, no sólo en esa Argentina que se deshizo de la corte, pero no del cuartel.

El black es el nuevo Banville. Bajemos al cuartel, ahora Universidad. La actividad docente prosiguió en el campus de Humanidades, donde el premio de las Letras intervino -con toda propiedad- en el edificio de la biblioteca. El escritor irlandés John Banville, con uno de esos fulares del Norte que sustituyen a las corbatas del Sur, se hizo esperar unos minutos antes de entrar junto a la decana de la facultad, Cristina Valdés. Le recibió con un aplauso un auditorio sin calvas porque

A) Todos los asientos estaban ocupados y en los pasillos había gente de pie.

B) La inmensa mayoría eran mujeres, sexo practicante de la lectura y del conocimiento de las lenguas.

Habían sido convocados para resolver "El extraño caso del doctor Banville y mister Black". Banville y Black son la misma persona y las dos firmas funcionan como fuente de ingresos por su trabajo de escritor. Algo parecido al caso más extraño de Rodrigo Rato y su tarjeta black, que también ingresaba por las dos partes por un mismo trabajo. Pero mucho más interesante el policiaco del irlandés que el del asturiano.

La Universidad que habló latín, habló en inglés ayer y oyó con cascos.

La cosa institucional. La actividad de posgrado se celebró en la Junta General del Principado, donde Joseph Pérez, hispanista semiespañol, habló fundamentalmente para gente de leyes, bien porque las escriben, como los diputados y exdiputados asistentes, bien porque las interpretan y aplican como el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, Ignacio Vidau, o la fiscal general de Asturias, Esther Fernández. Se ve un sindicalista y un cura, ambos de rango en este acto de carácter institucional. También hay historiadores.

Por mantener el elegante color de los premios, habló de la leyenda negra española, explicándola y corrigiéndola con voz rotunda de hablante cómodo de énfasis profesorales. Entró en el salón Europa entre los bustos de Jovellanos y de Uría y se encontró un auditorio de más edad que los anteriores docentes de la mañana.

Hoy sube la marea. La tarde es otra cosa. Llegan los reyes y ya no sólo las tiendas de los alrededores del Reconquista se ven perjudicadas por la presencia disuasoria de controles y policías. Ya hay que rodear para que el cortejo vaya recto y Letizia Ortiz entre, por primera vez como reina, en el barrio de su abuela, de su Escuela Primaria, de su Instituto de Secundaria y de sus meriendas a un auditorio que lleva el nombre de su marido.

Hoy es otra cosa. Oviedo, la ciudad que hace un siglo vestía sotana, irá de uniforme policial. La bota ruda trabajará en favor del tacón fino. Se triplicará el número de policías antidisturbios, para dos reyes, una vicepresidenta y tres ministros (más el del Interior que, tan espiritual, estará en espíritu). La marea viaja en autocares y se esperan 4.000 manifestantes de fuera de la región para hacer sus protestas en el teatro de los premios. En un chiste de Quino, los policías aplacaban a los manifestantes lanzándoles pastillas de Valium 10 a las bocas abiertas para protestar.

A ver qué pasa hoy, en los últimos premios "Príncipe de Asturias", en la primera entrega con reyes nuevos. Las justas y torneos siempre entretuvieron a los reyes.

Compartir el artículo

stats