El que fuera entre 2002 y 2009 arzobispo de Oviedo, Monseñor Carlos Osoro Sierra (Castañeda, Cantabria, 1945), tomó ayer posesión, en una solemne eucaristía celebrada en la catedral de la Almudena, como nuevo arzobispo de Madrid, en sustitución de Antonio María Rouco Varela, que estuvo veinte años al frente de la arhidiócesis madrileña.

El nuevo arzobispo de Madrid estuvo a compañado en la multitudinaria ceremonia -hubo que colocar 3.000 sillas y tres pantallas de televisión en la explanada exterior de la catedral para que los fieles que no pudieron acceder al interior del templo pudiera seguir la ceremonia- por el Nuncio de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini, el cardenal Rouco Varela y más de 60 concelebrantes entre cardenales, obispos y arzobispos de toda España. También le siguieron, además del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y la alcaldesa de la capital, Ana Botella, los miembros del Colegio de Consultores, vicarios episcopales, miembros del Cabildo Catedral de Madrid, vicarios episcopales y miembros del Cabildo de las diócesis vinculadas con Santander, donde nació, y Orense, Oviedo y Valencia, donde ha ejercido su ministerio episcopal como obispo y arzobispo, respectivamente. Pero sobre todo por numerosos fieles de las diócesis y archidiócesis en las que ha estado antes de llegar a Madrid.

Así, en Madrid, se pudieron ver a decenas de personas llegadas desde Asturias, con el actual arzobispo de Oviedo, Monseñor Sanz Montes a la cabeza. Carlos Osoro no se olvidó de ellos en su homilía y dio las gracias "de todo corazón, a todas las personas que han venido desde Asturias a estar aquí en este día". Jesús Sanz Montes afirmaba que "estamos aquí para acompañar a un hermano obispo, del que fui heredero en Asturias, y desearle lo mejor a don Carlos, que tenga suerte, que Dios le bendiga en sus pasos al frente de la archidiócesis de Madrid, y que esta iglesia le acoja con todo afecto como no me cabe la menor duda, y desde Asturias desearle que tenga suerte y que llene de esperanza a la gente más desfavorecida".

Y eso le deseaban también a monseñor Osoro todos los fieles llegados desde Asturias, como el gijonés Paulino Tuñón, que aseguraba estar en Madrid "en acción de gracias hacia don Carlos Osoro, que fue un excelente arzobispo de Oviedo, y por eso estamos todos con él". Quién si tuvo mucho trato con Monseñor Carlos Osoro fue María Esther Fernández Álvarez, durante 42 años trabajadora del arzobispado de Oviedo, aunque ahora ya jubilada. "Yo he vivido con don Carlos durante los siete años que estuvo en Oviedo y es como un padre para mí. Una persona muy cercana y le queremos muchísimo".

Igualmente, muy cerca del altar mayor de la catedral de Santa María la Real de la Almudena se pudo ver a una decena de sacerdotes asturianos como Fernando Llenín, párroco de San Francisco de Asís, Javier Suárez, párroco de San Juan el Real de Oviedo, Joaquín Serrano, párroco de Lugones, José Juan Hernández, párroco de Viesques, Julián Herrojo párroco del Cristo de las Cadenas, Alejandro Soler, párroco de las Vegas, José Antonio González, párroco de Santo Tomás de Avilés. Tampoco faltó el padre Ángel García, presidente y fundador de Mensajeros de las Paz, quien fue rotundo al afirmar que "si Tarancón fue el hombre de Pablo VI en la España franquista, Osoro es el hombre de Francisco para promover su primavera aquí y ahora".

Monseñor Osoro, llegó a la catedral a las 11.45 de la mañana, y fue recibido por el arzobispo saliente, el cardenal Rouco Varela, el Nuncio del Vaticano en España, monseñor Renzo Frattini, y los obispos auxiliares de Madrid, monseñor Fidel Herráez, monseñor César Franco y el asturiano monseñor Juan Antonio Martínez Camino.

Ya en el templo, y después de un mensaje de bienvenida del cardenal Rouco y del Nuncio de Su Santidad el canciller secretario del Arzobispado leyó las Cartas Apostólicas con el nombramiento de monseñor Carlos Osoro como arzobispo de Madrid. A continuación y después de tomar posesión de su sede episcopal, recibió el saludo de sus obispos auxiliares y de una amplia representación de sus nuevos diocesanos.

En su homilía monseñor Osoro dijo que la suya es una Iglesia "puertas abiertas que no defraude a los hombres", y que que sea capaz de "salir al encuentro de las personas en las realidades en las que están viviendo y no en las que nosotros creemos que debieran estar". Una Iglesia, en fin, con "una especial preocupación por los más abandonados y excluidos" y en la que "el acuerdo sea más importante que el conflicto y donde la unidad tenga más fuerza que la dispersión".

El nuevo arzobispo de Madrid, cuya cercanía con la gente quedó demostrada en el interminable besamanos que se llevó a cabo tras la misa, tuvo palabras de gratitud y cariño para los sacerdotes, los seminaristas, los religiosos, los misioneros y, sobre todo los jóvenes, a quienes animó a acudir a la catedral los primeros viernes de cada mes a las 10 de la noche para mantener un encuentro con él: "Vosotros", les dijo, "que de forma natural e instintiva hacéis del deseo de vivir el horizonte de vuestros sueños y esperanzas, transformaos en profetas de la vida con palabras y obras, rebelaos contra la civilización del egoísmo y del descarte, que considera a la persona humana un medio y no un fin".