La unidad de tratamiento del ictus, una de las "joyas de la corona" del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), salva cada año unas 150 vidas, según subrayaron ayer sus responsables. La citada unidad registra anualmente entre 500 y 600 ingresos de personas que han sufrido un accidente cerebro-vascular. "Es un centro en el que convergen múltiples esfuerzos de todo el Hospital Central", señaló el neurólogo Sergio Calleja, responsable de un área del HUCA emplazada en la octava planta del edificio de hospitalización.

"Nuestra intención es mimarla y cuidarla, porque está absolutamente consolidada y tiene unos resultados espectaculares", aseveró Miguel Rodríguez, director del Hospital Central, en alusión a una unidad que lleva en marcha cuatro años. En el edificio de La Cadellada comenzó a funcionar a finales del pasado mes de agosto. La estancia media de los enfermos suele oscilar entre dos y tres días.

Ayer, a la presentación de las nuevas instalaciones a los medios de comunicación asistió el consejero de Sanidad del Principado, Faustino Blanco, con motivo de la celebración, mañana miércoles, del Día Mundial del Ictus. A juicio del titular de Sanidad, se trata de un equipamiento que, en realidad, viene a ser "una cadena" cuyos eslabones funcionan de forma muy satisfactoria gracias a la "organización, cohesión y diálogo entre distintos ámbitos del sistema sanitario".

El doctor Calleja ilustró esta afirmación del Consejero haciendo hincapié en que la cadena comienza con los médicos de las uvis móviles de la región, quienes han adquirido "una gran cualificación" que les permite cribar y determinar las necesidades de cada enfermo desde el primer momento. Una primera decisión que incluye la elección del hospital al que el enfermo es trasladado. Estos conocimientos son decisivos en el abordaje del ictus, pues la rapidez y el acierto en la primera respuesta condiciona en gran medida la recuperación y el nivel de secuelas que pueda dejar el accidente cerebro-vascular.

Asimismo, Sergio Calleja hizo hincapié en el "papel clave" que desempeña el personal de enfermería. "Los cuidados en la unidad disminuyen la mortalidad de pacientes hasta en un 25 por ciento, y la morbimortalidad (la mortalidad y la tasa de discapacidad) hasta en un 25 ó 30 por ciento", afirmó el responsable de la unidad de ictus del HUCA. El especialista señaló que tanto la unidad del Hospital Central como la del hospital gijonés de Cabueñes "son de las pocas que cumplen el ratio de camas de unidad de ictus por población que recomiendan la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las sociedades científicas".

De seis camas está dotada la del Hospital Central y de otras tantas la de Cabueñes, cuando las proporciones aconsejadas son de una cama por cada 100.000 habitantes. Las seis camas del HUCA, de acceso reservado, disponen de monitorización completa, así como de un espacio para estudios ecográficos y neurofisiológicos "que evita desplazamientos innecesarios de los pacientes".

Julio Pascual, director del área de gestión clínica de neurociencias del HUCA, destacó la elevada incidencia del ictus en Asturias, hasta el punto de que se trata de la comunidad autónoma cuyos hospitales soportan una mayor presión de ingresos producidos por enfermedades cerebrovasculares. Seis de cada diez son mujeres. "En Asturias, los ictus son la primera causa de muerte en las mujeres", indicó el doctor Pascual.

El responsable del área de neurociencias apunta al envejecimiento de la población como causa principal de esta elevada incidencia de los ictus. No obstante, también hace hincapié en otros factores, tales como una dieta inadecuada o una actividad física insuficiente. El director de neurociencias subrayó la amplia y rigurosa gama de soluciones que el HUCA ofrece a los pacientes que han sufrido un ictus. "Por ejemplo, los ictus transitorios, que en otras comunidades autónomas pasan en parte inadvertidos, aquí se estudian en 48 horas en un programa semiambulatorio", indicó.

Otro ejemplo: "Este año, en el HUCA vamos a llegar a 100 tratamientos de extracción del trombo, una cifra que probablemente no alcance ningún hospital de todo el país", precisó el doctor Pascual.

Por lo demás, ya desde 2005 está en marcha el denominado Código Ictus, un programa específico cuyo objetivo último consiste en que el paciente pueda recibir el tratamiento requerido antes de las cuatro horas y media inmediatas al inicio de los síntomas. El personal del SAMU es el encargado de activar dicho código ante la sospecha de ictus.

Una vez en el hospital y confirmado el diagnóstico de ictus por el neurólogo de guardia, se procede a la práctica inmediata por el servicio de radiología de un escáner multimodal, en el que se puede diagnosticar el tipo de ictus (isquémico o hemorrágico), detectar qué arteria tiene problemas y qué cantidad de tejido cerebral es aún salvable. Es en este momento cuando se instaura un tratamiento con el agente anticoagulante o el equipo de neurorradiología intervencionista extrae el coágulo de la arteria.