La cueva de Candamo, una de las cinco asturianas con pinturas del Paleolítico declaradas Patrimonio Mundial, tiene unos 30.000 años, según admitió el profesor Jean Clottes en la lección magistral que impartió durante su visita del pasado mes de agosto, lo que la sitúa en el periodo Auriñaciense, el mismo que la francesa de Chauvet, una de las más antiguas de Europa. Su hallazgo se produjo hace cien años y, ayer, concluía el programa de celebraciones con la presentación del libro "El arte de la frontera", realizada en el Museo Arqueológico de Asturias.

"La cueva ha sufrido mucho, estuvo muy enferma y, en estos momentos, está sana, aunque con cicatrices", afirmó Adolfo Rodríguez Asensio, director general de Patrimonio.

Su apertura al público, 45 personas diarias durante tres meses, no es, en opinión de Rodríguez Asensio, "excesivamente dañina". "Como mejor estarían las cuevas sería cerradas, pero yo soy partidario de buscar una solución intermedia. Las visitas son sólo uno de los elementos que dañan, hay otros factores nocivos, en la ropa, en el calzado...", añadió.

"El arte de la frontera" es un compendio de estudios, actividades, historia y exposiciones, realizado alrededor de un centenario que la consejera de Educación y Cultura, Ana González, también asistente al acto, cree que debe servir para "concienciarnos a través de los errores del pasado y asumir la certeza de que somos nosotros, el conjunto de la ciudadanía, quienes nos hemos de esmerar en respetar y cuidar aquello que nos han legado nuestros ancestros".

Escrito por José Manuel Barrera Logares, Pablo León y el propio Asensio, y editado por Trabe, el libro consta de tres partes. La primera, probablemente la más interesante desde el punto de vista científico, incluye los 17 yacimientos con arte Paleolítico de la cuenca media del Nalón, la mayoría de ellos descubiertos en los años ochenta del pasado siglo. Cuatro de ellos tienen pinturas interiores, similares a Candamo y los otros trece son santuarios exteriores.

En la segunda parte, "habla" la cueva, según idea de José Barrero, contando los aspectos más representativos e importantes de su historia, desde el momento en que se descubre, con dos nombres que se disputan este hecho: el del conde de la Vega del Sella y Eduardo Hernández-Pachecho, este último autor del primer estudio científico.

Concluye con una crónica del año del centenario, a punto de finalizar. "Sentimos que hemos cumplido ante la sociedad asturiana", indicó Asensio.