Si Virgilio fue reconocido como profeta por los misteriosos versos de la Égloga IV, a Lucio Anneo Séneca (ca. 4 a. C.-65 d. C.) se le atribuye otra profecía no menos formidable, ya que en uno de los coros de su tragedia "Medea" Cristóbal Colón leyó los versos: "... tiempos vendrán al paso de los años en que el Océano suelte las barreras del mundo y Tetis nos descubra nuevos orbes y el confín de la tierra ya no sea Thule". Para un hombre de fe como Colón, aquellos versos tenían un sentido clarísimo: anunciaban un nuevo mundo aún por descubrir, y él sería quien lo descubriera.

Séneca era natural de Córdoba, por lo que Nietzsche, exagerando su afición taurina, le llama "el toreador de la virtud", glorioso anacronismo, ya que en la Córdoba romana no había corridas de toros. Los Séneca constituían una familia rica, romanizada y con excelentes relaciones en Roma en los estamentos más altos. Séneca el Rétor, padre del filósofo, era orador y retórico, y su nieto Lucano es el poeta autor de "Farsalia", sobrino del filósofo. Un hermano de éste, Galio, es el único español que figura en la Biblia. Debió de ser hombre de buen sentido y muy legalista, según se relata en "Hechos de los Apóstoles", XVIII, 12-15, pues siendo el procónsul de Acaya, los judíos del sanedrín acusaron a Pablo de "honrar a Dios contra la ley", a lo que respondió Galio: "Si fuera algún agravio o crimen enorme, yo os atendería en cuanto a derecho, pero si son cuestiones de palabras y nombres y de vuestras leyes, vedlo vosotros, porque yo no quiero ser juez de esas cosas". Añadiendo el autor de los "Hechos": "Y los echó del tribunal".

Lucio Anneo Séneca, el más importante en el aspecto literario de la familia y también el gran escritor de una época en la que la literatura romana se encaminaba hacia la decadencia, mantuvo una actividad muy diversa, pues como filósofo era un estoico y como dramaturgo representa la continuidad de la tragedia griega, a la que le da una interpretación muy personal. También ocupó altos cargos políticos, siendo el preceptor y más tarde consejero de Nerón. Algunos autores entienden que existe una contradicción entre la práctica política y la filosofía estoica expresada en sus escritos. Fuera un hombre virtuoso que colaboró con un tirano o un oportunista, se implicó en la conjuración de Pisón, fracasada la cual Nerón aprovecha para acabar con sus enemigos políticos, entre los que se contaban multitud de senadores, el escritor Petronio y el propio Séneca, a quien el déspota impuso el suicidio. Lo que tal vez no tuviera mayor importancia para un estoico, pues, como él mismo escribió: "Lo que hay detrás de la muerte, vida es".

Sus escritos filosóficos, un poco a la manera ciceroniana ("De la vida bienaventurada", "La tranquilidad del ánimo", "De la brevedad de la vida", etcétera), cimentaron su fama. Como dramaturgo era denso y elocuente, y su influencia se extiende por toda Europa siglos más tarde. Como escribió T. S. Eliot, "ningún autor ejerció una influencia más amplia y más profunda sobre la mente isabelina y sobre la forma isabelina de la tragedia", es decir, sobre Shakespeare y su época. Como dramaturgo tiende a la desmesura y la truculencia. Su obra más perdurable, "Medea", tomada de Eurípides, es un frenesí de venganzas, exageraciones y muerte. Mas al igual que los viejos trágicos, en aquel fragor continúa preguntándose sobre los temas eternos de la lucha del hombre con su destino y sobre su libertad y responsabilidad.