Son jóvenes, tienen ganas y sobre todo talento. Sara Alonso Palicio y Cristian David López no podían ocultar ayer sus nervios, ni su emoción. Su voz se entrecortaba mientras leían sus discurso de agradecimiento por los premios "Asturias Joven" de poesía y "Asturias Joven" de narrativa que se les entregaron respectivamente ayer, en la biblioteca Ramón Pérez de Ayala de Oviedo.

"La contundencia a la hora de escribir, en la que se intuye el esfuerzo previo que le ha llevado hasta aquí, es una de las razones que nos llevaron a escoger 'Las costumbres vacías', la obra de Sara Alonso. Es un poemario maduro, con un argumento reflexivo sobre la rutina, y lo que una joven descubre y reinterpreta", subrayó la escritora asturiana Ana Vega, miembro del jurado, durante la entrega de los galardones. Otro de los integrantes de ese jurado, el escritor Ismael Piñera, destacó de la obra "La patria del hombre", de Cristian David López, su legibilidad. "Parece algo sencillo, pero no lo es. Muchas obras que se publican no consiguen acoger al lector que se acerca a ellas por primera vez. Cristian lo ha conseguido. Con un relato en primera persona, al estilo Lázaro de Tormes, crea un anecdotario de infancia que nada entre lo hostil y lo utópico". Los dos ganadores respiraban profundamente ante estas palabras. Eran ganadores, un sueño cumplido para ambos después de varios intentos en los últimos años.

Sara Alonso Palicio nació en La Felguera, en 1991. Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Oviedo y al terminar se marchó a Madrid, en donde actualmente cursa un máster sobre literatura española. Pero su pasión por las letras no llegó en la universidad, ni siquiera en el instituto. "Las lecturas del colegio fueron las que me despertaron la curiosidad. Yo tenía 12 o 13 años, pero aún no había entrado en el instituto. Tenía una profesora que estaba muy ilusionada con que me gustara tanto la filología desde tan pronto y fue el empujoncito que necesitaba para lanzarme a escribir", cuenta a LA NUEVA ESPAÑA.

Las primeras líneas que creaba siempre construían poesías. "Tengo una predisposición hacia el verso porque, aunque leo de todo, lo que más me gusta es la poesía y el teatro". Se presentó por primera vez a este certamen hace tres o cuatro años, pero fue "Las costumbres vacías", una obra mucho más profunda que las anteriores, la que conquistó al jurado. "Cuando me dijeron que era la elegida, sentí una satisfacción plena. A este poemario le tengo un cariño especial porque su redacción fue más rápida y más intensa que la de los demás. Sentí que era un paso más, un punto de inflexión en mi carrera, y el jurado me lo confirmó". Esta obra está plagada de referencias teatrales, "porque es lo que estaba leyendo cuando lo compuse"; y muchas referencias a otras obras artísticas, "las uso como trampolín para hacer un nuevo poema o para contraponerlos". El resultado de todo es una obra que se nutre casi por completo de la dramaturgia y que posee unos intertextos que evocan a casi todas las ramas del arte. Tras este resultado completo, Sara Alonso solo piensa en que siga dando sus frutos. "Quiero seguir escribiendo, reinventarme e ir creando obras a mi ritmo".

Es el mismo sueño que tiene su compañero de galardón. Cristian David López nació en Lambaré, en Paraguay, en 1987. Con siete años se marchó al campo, al interior del país, y su futuro estaba prácticamente condenado al analfabetismo. "En el interior de Paraguay no hay bibliotecas. No me leí mi primer libro hasta los 17 años. Un señor me dejó 'El gran Gatsby', de F. Scott Fitzgerald, y me impactó", cuenta. Le costó mucho leerlo, "porque no tenía la habilidad de lectura y no comprendía muchas cosas", pero fue a partir de esa primer contacto cuando se despertó su curiosidad. "Me leía toda la poesía que encontraba y la prensa.".

En el año 2008, decidió coger las maletas y venirse a España para reunirse con su novia, que vivía en Oviedo. "Cuando llegué descubrí las bibliotecas y empecé a escribir. Siempre hice poesía y con lo que creaba, me presentaba al certamen de jóvenes de Asturias". Se matriculó en la universidad, donde cursa el tercer año del Grado de Lengua española y sus literaturas, y cambió a la narrativa. "Este año decidí presentar por primera vez una novela sobre un niño que crece en una especie de congregación religiosa en Paraguay y triunfé. Puede que lo mío no fuera la poesía", bromea.