"Es un avión que mueve la hélice y tiene que desplazarse unos metros". Mario Marcos, Iván Naves y Álvaro Nuño se quitaban ayer la palabra de la boca para explicar su robot a quien quisiera escucharles. Orgullosos de su trabajo, estos tres estudiantes del colegio Los Robles participaron con su avión en la tercera competición escolar organizada por Robotix en Gijón. La cita congregó en el teatro de la Laboral a más de 550 niños y adolescentes llegados desde toda Asturias con un único objetivo: mostrar lo que han aprendido a lo largo de los últimos meses construyendo un total de 500 robots con un motor y un sensor.

En esta ocasión el tema elegido para la competición fue el espacio exterior. "Teníamos que diseñar un robot que llevara un satélite hasta un punto y que luego volviera a su sitio", explicó Sergio Cabrero, alumno de sexto de Primaria del colegio público Baudilio Arce de Oviedo. Para que él y el resto de los escolares asturianos pudieran mostrar en Gijón sus creaciones hizo falta reunir en la Laboral medio millón de piezas de Lego.

Pero ¿qué pueden aprender los niños jugando con robots? "Ésta es una actividad extraescolar que realizan en cincuenta colegios de toda Asturias y que imparten una docena de monitores certificados por Lego Educación. Queremos acercar la tecnología a los alumnos para que aprendan programación, que es el latín del siglo XXI, y para que desarrollen las capacidades de emprenduría, innovación, comunicación y creatividad", explicó Antonio García, el organizador de esta particular liga, que se complementó ayer en la Laboral con la presencia de animadores culturales, cuentacuentos y talleres de todo tipo. Todo un despliegue de actividades para el que fue necesaria la colaboración de más de un centenar de trabajadores -algunos de ellos pertenecientes a Cruz Roja Juventud-, que estaban coordinados por La Cebra a Cuadros.

Finalmente, el primer premio se lo llevaron los alumnos del colegio San Félix de Candás. Pero no fueron los únicos que sonrieron. La organización repartió medallas entre todos los participantes.

"Queremos establecer la cultura de que el error en la ciencia no se debe castigar, hay que aprender de los fallos, y que se puede seguir adelante observando lo que se ha hecho mal y aprendiendo", relató Antonio García, presumiendo de la capacidad del teatro de la Laboral de acoger la que se autodefine como la mayor competición de toda España de robots. Tras la exhibición y los nervios de tener que explicar el trabajo ante un jurado, el teatro bajó el telón del concurso a eso de las nueve de la noche. Muchos escolares no pudieron evitar irse a casa pensando ya en el proyecto que presentarán el año que viene. Pero para eso aún queda mucho trabajo.