Laura Scarano, catedrática de Literatura Española de la Universidad del Mar de Plata (Argentina), ofrece hoy, a las 19 horas, en la Universidad de Oviedo, la conferencia titulada "Poética para una despedida: "Nada grave", organizada por la Cátedra Ángel González. Scarano conoció al poeta en México, dirigió cinco tesis doctorales sobre su poesía y le dedicó también varias publicaciones. La profesora señaló que es uno de los poetas más elegidos y queridos por sus alumnos.

-¿Por qué "Nada grave"?

-Es el título del último poemario de Ángel González. Era un conjunto de poemas sueltos recopilado por Chus Visor y García Montero. Es un libro de lo que ahora se llama poesía de la senectud, son poemas de los últimos años de su vida, muy angustiados y muy existencialistas, donde un hombre se siente cercano a la muerte, pero sin patetismo ni grandilocuencia.

-¿Incluye su poesía en esa tendencia realista que usted aprecia en las últimas décadas?

-Sí, definitivamente. Tiene toda una tradición figurativa desde "Áspero mundo", en los años 50, en una época donde la poesía social tenía la voz cantante pero él la hace desde la intimidad. Comienza a indagar la historia de los españoles y la suya propia desde los problemas del individuo no desde los problemas colectivos. Siempre su tono fue más bien realista porque le interesó comunicar a través de la poesía.

-¿Encuadrar a Ángel González dentro de la poesía social es incorrecto?

-Tiene una manera diferente de afrontar lo social, no con consignas políticas, sino con la crítica a la sociedad del bienestar, a esa ciudad que sólo explota al hombre, al consumo. Todo llevado también a los problemas de lo cotidiano, del paso del tiempo, al amor, la amistad.

-Alarcos decía que proyectaba en su poesía las experiencias vitales más significativas.

-Totalmente. No es de esos poetas que se van a los mitos clásicos o a lugares exóticos, sino que habla al hombre cotidiano desde una voz cotidiana.

-¿Cómo se reflejarían en su poética estos años de crisis?

-Este último libro da la imagen de lo que él fue en los últimos años, mirando con ese deje de humor y de ironía un poco ácida, con cierto sarcasmo, estas corruptelas de las políticas.

-García Montero lo describe como una mezcla de filósofo clásico y anciano del lugar.

-Creo que sí. Aunque la suya es una filosofía existencial, del vivir cotidiano, con una profundidad y una claridad. En poética se habla del llamado sencillismo, esa poesía adelgazada, con las mínimas palabras y unas cuantas imágenes, sin rebuscamiento, ornamento, retórica. Sin embargo, exige un artificio muy importante. González conjuga la filosofía de vida con los grandes problemas que nos acosan: el tiempo, la muerte pero desde el día a día y con imágenes sencillas.

-Elija uno entre sus libros.

-Me gusta mucho "El tratado de urbanismo" porque he estudiado mucho la ciudad del imaginario urbano y él capta como pocos esa idea del vivir cotidiano en el vértigo o en el vacío que crea muchas veces la sociedad contemporánea. Este "Nada grave" tiene una coherencia y da la imagen del último González, ese hombre sabio, modesto, de pocas palabras y mirada profunda e iluminada que no va de gran poeta ni busca el aplauso.