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La democracia también es cosa de monos

Los babuinos deciden por mayoría los desplazamientos en grupo, según una investigación que publica "Science"

La ciencia trabaja para bajar a la humanidad del pedestal que la coloca por encima del resto del reino animal y al que ella sólo se ha aupado. Esa es la impresión que puede dejar la lectura de las conclusiones de una investigación que hoy publica la revista "Science" y que muestra pautas de decisión por mayoría en grupos de babuinos. Con ello se abriría la duda de si la democracia, lo que tenemos por uno de nuestros grandes saltos cualitativos, no es ese hallazgo humano con el que las clases menos pudientes atenienses, que soportaban los mayores sacrificios, exigieron también compartir las decisiones colectivas sino un modo de resolver los conflictos gregarios que ya operaba antes de la divergencia, hace 30 millones de años, entre los hominoides -humanos y simios- y lo que Linneo llamó "monos del Viejo Mundo", los cercopitécidos, en los que se encuadran babuinos y macacos.

Con la cobertura del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales los autores de la publicación trabajaron con un grupo de veinticinco babuinos durante catorce días en el centro Mpala, en Kenia. La metodología consistió en seguir sus desplazamientos mediante GPS. Luego, los datos recogidos se sometieron a un análisis computacional que permitió determinar la orientación que seguía el grupo y cómo se generaba. Así constataron que en la dirección que tomaban esos movimientos grupales pesaba más el "tirón" de una mayoría de miembros que la decisión de los individuos dominantes, que habitualmente se imponen sobre sus subordinados cuando se trata de acceso a la comida o el apareamiento. La principal conclusión del artículo es que incluso en las sociedades complejas y con fuerte jerarquía puede ser una ventaja evolutiva en la reducción de conflictos seguir reglas simples e igualitarias para determinar movimientos colectivos.

Margaret Croofot, investigadora asociada del Instituto Smithsoniano y profesora de Antropología en la Universidad de California en Davis considera que los resultados muestran que "a pesar de su condición social no son necesariamente los grandes machos alfa los que determinan hacia dónde se encamina el grupo" y concluye que "nuestras observaciones sugieren que muchos o todos los miembros de grupos pueden tener una voz, incluso en las sociedades altamente estratificadas".

El efecto de este tipo de investigaciones es una aproximación progresiva entre los comportamientos de simios y humanos. Nada nuevo, por otra parte. De los babuinos ya sabíamos, por ejemplo, que, con arreglo a esa rígida jerarquización del grupo, los individuos tienden a relacionarse y a pasar más tiempo con los de sus misma edad y condición social, nada distinto de lo que hacemos al buscar la afinidad de quienes ostentan nuestro mismo nivel económico o educativo. De la misma manera, la disyuntiva entre quién tiene peor salud el que dirige o sus subordinados se resuelve en el caso de los babuinos de una manera similar a la de los humanos: los machos alfa sufren mucho estrés pero disponen de otros mecanismos biológicos que lo compensan y son más sanos que el resto de la manada.

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