Las pinturas de Altamira no fueron realizadas por artistas de la especie neandertal, al menos no por los que vivieron en la falda del Sueve y murieron en el entorno de la cueva de El Sidrón. No pudieron ser los autores de los impresionantes bisontes del techo de polícromos de la cueva cántabra porque, según las dataciones, pasaron por Asturias algunos miles de años antes de Altamira. Es ahora cuando "Los trece de El Sidrón" recalan en forma de exposición en la gruta que tantas veces se calificó de Capilla Sixtina del arte rupestre.

"Los 13 de El Sidrón" es el título de la muestra que ayer quedó abierta en el Museo de Altamira, donde permanecerá hasta el 30 de septiembre. Los contenidos están pensados para que el visitante pueda descubrir de primera mano y a través de los propios fósiles cómo eran los neandertales que vivieron en la península Ibérica, una especie humana que se extinguió coincidiendo en el tiempo con la llegada del "Homo sapiens".

La exposición incide sobre aspectos que han podido interpretarse a través de los restos óseos y líticos extraídos en el yacimiento de Piloña: su cronología, el grado de parentesco, la práctica del canibalismo, el código genético, sus herramientas. Todo un recorrido que la muestra enriquece con fósiles de otros yacimientos europeos y con un amplio muestrario de materiales líticos propios de la industria Musteriense, término con el que se denomina su forma de tallar la piedra.

En la cueva de El Sidrón se depositaron hace 49.000 años los fósiles humanos que han dado la vuelta al mundo con sus aportaciones científicas y hoy son referencia y objeto de estudio para la especie neandertal en la península Ibérica. Los restos hallados en la cueva asturiana han dado respuesta a muchas de las preguntas que los investigadores se hacían en el año 2000 cuando comenzaron los trabajos de campo.

Hoy, concluidas las excavaciones tras haber exhumado la totalidad de los restos en la Galería del Osario, sabemos mucho más de la especie que nos precedió. El Sidrón ha servido, entre otras cosas, para conocer mejor las características físicas de su especie, su anatomía, el color del cabello y de la piel, su capacidad para hablar y también algunas de sus costumbres. Además, todo ello ha sido útil para desprenderlos de esa falsa aureola de homínido salvaje y bruto que hasta hace poco les acompañaba. Conocer qué actividades realizaban, cómo se relacionaban entre ellos y con su entorno fue crucial para humanizarlos aun a sabiendas de que practicaban el canibalismo.

Son muchas las incógnitas que aún quedan por resolver, pero su contribución ha sido un paso de gigante para el conocimiento de la evolución humana. Los 2.400 restos óseos recuperados en el yacimiento asturiano no pueden más que enriquecer una secuencia humana que ha sorprendido a los expertos por su proximidad a nuestra especie.

La exposición, que durante todo el verano se podrá ver en el Museo de Altamira, fue mostrada al público por primera vez el pasado año en el Museo Arqueológico de Asturias. A la inauguración en Santillana del Mar asistieron el director general de Patrimonio, Adolfo Rodríguez Asensio y el director del Museo Arqueológico, Ignacio Alonso. La muestra viajará después al Museo de la Universidad de Alicante.