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Una donación de arte histórica

La "mirada singular" de Plácido Arango

Algunos de los cuadros donados por el empresario al Museo del Prado se colgaron en 2006 en el Bellas Artes de Asturias en la presentación de su colección

La "mirada singular" de Plácido Arango

Plácido Arango Arias, empresario mexicano de origen asturiano y propietario de una de las colecciones privadas de arte más exquisitas de España, siempre le dijo al historiador Alfonso Pérez Sánchez, que fue director del Museo del Prado, ya fallecido, que el cuadro "El sueño de San José", de Francisco de Herrera el Mozo, pieza maestra del pleno Barroco español, acabaría en el Prado. Y así ha sido. La obra es una de las veinticinco que Plácido Arango donó esta semana a la pinacoteca nacional, con derecho a usufructo vitalicio.

La anécdota la recordaba a LA NUEVA ESPAÑA el historiador Benito Navarrete, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, discípulo de Pérez Sánchez, y uno de los más destacados especialistas en el Barroco. "La donación de Arango al Museo del Prado es algo histórico y todo un ejemplo para nuestro país. A Alfonso Pérez Sánchez le hubiera encantado ver esto. Si a ello añadimos la próxima donación al Museo de Bellas Artes de Asturias, estamos hablando de todo un acontecimiento, para España y para Asturias", subraya.

Benito Navarrete colaboró con Pérez Sánchez en el texto introductor del catálogo editado por el Museo de Bellas Artes de Asturias en 2006, con motivo de la presentación pública de la colección de Plácido Arango, "Una mirada singular. Pintura española de los siglos XVI al XIX". En la exposición, comisariada por el entonces director del Museo, Emilio Marcos Vallaure, se exhibieron veinticinco obras maestras de veinte autores. Algunas de ellas figuran en la relación de las donadas al Prado.

Los cuatro protagonistas asistieron a la inauguración el 9 de octubre de 2006, acompañados por el entonces presidente del Principado y la consejera de Cultura, Vicente Álvarez Areces y Ana Rosa Migoya, respectivamente.

Además del ya citado de Herrera el Mozo, en el palacio de Velarde, edificio histórico del Museo de Asturias, se colgaron "Camino del calvario", de Pedro de Campaña (Pieter van Kempeneer); "San Francisco en oración", de Zurbarán; la "Inmaculada Concepción" de Mateo Cerezo y los "Toros de Burdeos". Todas obras maestras que pasarán a engrosar la colección del Prado.

Decía Alfonso Pérez Sánchez en el prólogo del ya citado catálogo que la colección de Plácido Arango "es una de las más selectas de cuantas -pocas- en España se esfuerzan en acopiar, con criterio selectivo, piezas españolas que aparecen en el mercado español y, lo que es más significativo, en el internacional. El propietario es generoso en ceder sus obras en cuantas ocasiones se le solicitan para exposiciones de propósito riguroso".

Pérez Sánchez y Arango compartían su amor por el Prado, del que el primero fue director y director honorario y el segundo miembro y presidente del patronato. Y su querencia por el Museo de Bellas Artes de Asturias; el primero porque apoyó sin fisuras su formación, y el segundo, por su origen asturiano.

La condición del empresario astur-mexicano, además, de Trustee del Metropolitan de Nueva York contribuyó al desarrollo de una política de aproximación entre esta institución y el Prado que, como destacaba Pérez Sánchez, "había dado muy buenos frutos. Entre ellos, el acuerdo que llevó a la cesión del restaurador John Brealy del Metropolitan a nuestro museo, donde llevó a cabo la limpieza de las 'Meninas', y sirvió para que los restauradores españoles escuchasen sus prudentes enseñanzas, dictadas desde un respeto profundo a la obra de arte".

Benito Navarrete considera que la donación al Prado también es muy importante "por la calidad y singularidad del conjunto de obras. Creo que muchas de ellas suponen completar lagunas para la historia del arte español y otras son ejemplos de primera magnitud de sus autores. Todo un ejemplo de gusto, conocimiento y amor a la pintura".

Entre las obras que también pudieron verse en el Museo de Bellas Artes de la colección de Plácido Arango está "Una procesión en la catedral de Oviedo", pintada en 1837 por Jenaro Pérez Villaamil, que tal vez sea una de las que se incorpore en el futuro a la colección. El cuadro, que representa una procesión, fue expuesto el mismo año de su realización en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El monumento, salvo la propia torre, es una fantasía arquitectónica. La obra inicia la producción asturiana de Villaamil, de la que se conocen al menos diez lienzos y veinte dibujos.

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