La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pescados de roca, mariscos, alubias y setas, dieta asturiana de hace 11.000 años

El Arqueológico muestra los hábitos a la mesa de los asturianenses, no tan distintos de los actuales

Rosalía Montalbán explica a los asistentes al taller los beneficios de la dieta asturiense.

La dieta mediterránea parece ser hoy el no va más de la alimentación saludable, pero hace 11.000 años nuestros antepasados ya disfrutaban en la costa asturiana de una dieta tanto o más sana basada en los recursos del entorno. Es sólo una de las muchas nociones que un grupo de niños de entre 8 y 12 años ha podido aprender en el taller "Asturienses a la mesa", impartido en el Museo Arqueológico de Asturias por Rosalía Montalbán, historiadora del arte de la Universidad de Oviedo, enfermera y, como a ella le gusta definirse, "apasionada y conocedora del mundo de los fogones".

El taller, desarrollado en dos jornadas de hora y media cada una, sirvió para que el grupo infantil conociera la importancia del Museo Arqueológico como contenedor de los materiales que les van a permitir acercarse a las formas de vida de sus antepasados. Por eso, aunque el objetivo era dar a conocer la importancia del acertado sistema alimentario de uno de los últimos grupos humanos prehistóricos de la región, los asturienses, el trayecto en busca de los orígenes gastronómicos partió de los útiles que aquellas tribus utilizaban para satisfacer sus necesidades culinarias.

En este apartado, el protagonista absoluto es el denominado pico asturiense. Los niños tuvieron la oportunidad de tener en sus manos algunos de estos útiles de piedra tallada, recuperados en excavaciones arqueológicas de la costa oriental de Asturias. Bautizado así por el conde de la Vega del Sella, el pico asturiense fue la estrella invitada por tratarse de un útil autóctono -realizado a partir de cantos rodados de cuarcita- con el que los grupos humanos establecidos cerca de la costa se aprovisionaban de moluscos y mariscos. Los restos de aquellas comilonas a base de almejas, lapas, mejillones, percebes y pescados de roca, entre otros frutos del mar, han quedado para el conocimiento de las generaciones futuras en los llamados "concheros", una especie de basureros siempre ocultos en algún rincón de las cuevas y abrigos en los que habitaron.

Rosalía Montalbán explicó a los menores cómo debían utilizar, tanto los niños de entonces como los adultos, un instrumento que a diferencia de otros útiles tenía una parte superior roma, que hacía su uso más manejable que los bifaces o las raederas -más cortantes- con los que solían despiezar la caza, que combinaban en su dieta con frutas, legumbres y productos del mar.

Pensado con la intención de subrayar la importancia de la educación nutricional, el taller sirvió para explicar a los niños quiénes eran los asturienses, dónde vivían, dónde conseguían los recursos alimentarios y cuáles eran sus hábitos de consumo. Por eso, Montalbán se sirvió de las colecciones de herramientas de piedra y hueso de las distintas etapas de la Prehistoria desde hace 80.000 años para centrarse en la cultura asturiense, surgida hace unos 11.000 años, cuando la retirada de los fríos glaciales hizo que los grupos humanos abandonaran las cuevas para acercarse a la costa. En la cornisa Cantábrica hay dos áreas de concentración de yacimientos asturienses -que suelen aparecer en bocas de cuevas próximas al mar-: la zona oriental de Asturias y la occidental de Cantabria. También se han hallado algunos yacimientos al aire libre en torno al Cabo Peñas.

Fue un apasionante repaso al pasado de la humanidad que convirtió el claustro del Arqueológico en improvisada despensa prehistórica con una muestra de alimentos que ya hace 11.000 años consumían nuestros antepasados.

Lentejas, alubias (todavía silvestres), nueces, avellanas, arándanos, bellotas, setas y conchas de lapas y bígaros fueron algunos de los productos que compusieron el muestrario con el que Rosalía Montalbán quiso destacar la importancia de la dieta y hacer reflexionar a los escolares para mejorar sus propios hábitos alimentarios. No se olvidó de la importancia del fuego ni del agua, "mucho más sana que algunas bebidas de cola", dijo, en un intento de convencer de los beneficios de adoptar hábitos alimenticios más saludables para ser adultos sanos.

El viaje al pasado llevó a los pequeños a encontrarse por primera vez con una mujer neandertal, réplica de alguna de las que vivieron en la cueva de El Sidrón, y con los restos óseos de la fauna salvaje que habitó la zona hace miles de años, además de a conocer la racionalidad dietética de la cultura asturiense y el aprovechamiento máximo de los recursos del entorno.

Compartir el artículo

stats