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Mojardín combina naturaleza, animales y arte en "As Quintas"

El artista expone en La Caridad pinturas y grabados con el título de "Zoophilia"

Una de las obras de la exposición, realizada con técnica mixta, incisiones y troquelado. LUISMA MURIAS

Ricardo Mojardín (Boal, 1956) vuelve al escenario expositivo asturiano con una muestra cuyo título, "Zoophilia", sorprenderá a más de uno. Pero nada de lo que se puede deducir de tan procaz enunciado coincide con lo que el espectador encontrará, desde hoy y hasta el 30 de septiembre, en el complejo cultural de "As Quintas", en La Caridad.

Bajo dicho título, Mojardín reúne 22 pinturas y diez grabados en los que, una vez más, queda de manifiesto su interés y su empatía con un mundo animal que forma parte desde hace años de su apuesta creativa. Ajena al toque provocador que desprende el nombre de la muestra, la fauna doméstica que la protagoniza consigue en el espectador cierta cercanía y complicidad, lo que aprovecha el artista para mostrar las sensaciones que intuye "pueden experimentar en un momento dado los animales", comenta.

Considerado uno de los artistas más libres y singulares del arte contemporáneo, Mojardín encontró en la especie animal un filón que cultiva desde 1992, cuando colgó una exposición, de gran impacto, en la cuadra familiar de Boal. Después, con la llegada del nuevo siglo, intensificó su apuesta por este modelo y vinieron otras muestras con la fauna doméstica y salvaje como protagonista de cuadros en los que los animales tomaban cierto porte humano, como sucedía con la serie de los chimpancés que pudimos ver en la desaparecida galería Vértice.

Ahora, en la exposición de "As Quintas" Mojardín renueva su forma de hacer y en ese no repetirse se despoja un poco más de lo superfluo en busca de lo esencial. "Me gustan los cambios de lenguaje, buscar nuevas fórmulas y renovar el tratamiento de la imagen", afirma, para añadir que en "Zoophilia", además de apostar por "una combinación difícil que incluye naturaleza, animales y arte", se plantea introducir el animal como destinatario de la obra y observar su relación con el mundo de la plástica. "Esa fórmula me sirve para replantearme cuestiones como la propia imagen en ese universo y ver cómo los animales interactúan con nosotros".

Realizadas en formatos medios y pequeños, las pinturas transmiten una serenidad casi zen que el crítico Luis Feás describe subrayando el toque japonés, refinado, "con incisiones que perfilan la línea y le dan profundidad, pero sin buscar lo penetrante". Mojardín no oculta su querencia por el "ukiyo-e", una técnica de grabado tradicional japonés a la que le reconoce cierta influencia. En esa línea dice haberse dejado llevar por un tipo de imágenes más de síntesis, más claras y con mayor presencia del dibujo.

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