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La Catedral, una caja de sorpresas

La Cámara Santa se enriqueció a partir del siglo XII con el incremento del culto y la devoción a las reliquias del Arca Santa, que fueron dadas a conocer en 1075

Raquel Alonso y Javier Fernández Conde, durante su exposición. LUISMA MURIAS

La Cámara Santa de la catedral de Oviedo fue dignificada a finales del siglo XII, cuando se construyen la bóveda y el apostolado. Pasó en ese momento de ser un edificio cubierto con una techumbre de madera a convertirse en un relicario. Fue precisamente el aumento de la devoción cristiana iniciado a finales del siglo XI tras la apertura del Arca Santa lo que promovió ese cambio.

"El culto a las reliquias transformó lo que era una dependencia capitular en un edificio relicario". Así lo describió ayer Eduardo Carrero, profesor de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Barcelona, que intervino con una ponencia sobre "El conjunto regio ovetense y la Cámara Santa" en el simposio dedicado a las reliquias de la Catedral, que se celebra en el Museo Arqueológico.

Insistió el profesor en que los primeros historiadores antiguos hablaban de tesoro como lugar donde se guardan las reliquias, libros y documentos, y que fue más tarde cuando se comenzó a hablar de capilla del palacio real. A su juicio, la Cámara Santa como tesoro debe interpretarse desde los textos de la antigua liturgia hispánica, y en ese sentido hay que relacionarlo con las ricas alusiones al tesoro como un espacio importante, básico en la liturgia, y "en el caso de la Cámara Santa de Oviedo, con el crecimiento del culto a las reliquias".

Con esto, Carrero quiere aclarar que nunca fue capilla palatina real ni es obra del rey Alfonso II, lo que, por otro lado, la diferencia de la de Carlomagno. Por el contrario, un caso similar a lo ocurrido con la Cámara Santa de Oviedo y su conversión en relicario es el de la capilla de San Lorenzo en San Juan de Letrán (Roma).

Otra de las cuestiones que se analizaron fue la relativa al alto número de sepulcros que se reparten en las zonas aledañas a la Cámara. "Siempre que existe un relicario con interés para el culto siempre tiene sepulcros". Y ése es también este caso. La Cámara tiene tres sepulcros en el piso bajo para los que no hay respuesta. A ellos se suman los del pórtico de la zona norte, los del claustro y los que estaban en la antecámara. El significado de los mismos hay que buscarlo en el fervor religioso. "La gente quería estar cerca de un recinto sagrado porque pensaba que así estaba más cerca de Dios". Lo que está claro es que no todo el mundo podía enterrarse en la antesala de la Cámara Santa, lo más probable es que los enterramientos pertenezcan a cargos de la Iglesia o a personas que se lo podían pagar.

A propósito de las reliquias, Carrero opina que seguramente una gran parte del clero tenía la creencia de que eran verdaderas, lo que, a su entender, no inhabilita el fenómeno. "A nosotros debe darnos igual que sean falsas o no porque lo importante es el fenómeno que se crea alrededor. Su objetivo era mover la devoción y también que la gente dejara dinero", dice, al tiempo que añade que "no podemos juzgar el pasado con los ojos del siglo XXI".

Por otro lado, el epígrafe -el texto grabado en el Arca Santa- y las dos copias del acta que se levantaron cuando fue abierta en 1075, en presencia del rey Alfonso VI y del Cid, entre otros altos personajes, permitieron a los historiadores Javier Fernández Conde y Raquel Alonso desplegar un fino análisis crítico de las fuentes y sacar unas conclusiones o al menos exponer hipótesis especialmente interesantes. La sesión de ayer arrancó a las nueve y media de la mañana con un juego de enigmas que dieron paso a un puñado de certezas... relativas, como siempre ocurre en el mundo de las ciencias.

Las actas contienen una relación de las reliquias del Arca. El epígrafe, también. Las diferencias son significativas sobre un amplio fondo de coincidencias. En todo caso, como recordaron los historiadores, las dos actas son copias tardías. ¿Existió un acta original contemporánea a la apertura del Arca? No hay duda. Sin embargo, quizá las copias conservadas no son de ese documento. Ésa fue una de las hipótesis más interesantes de la sesión. Como indicaron Javier Fernández Conde y Raquel Alonso, es posible que existiese una copia intermedia, perdida, de la que proceden las dos conocidas que se conservan en el Archivo de la Catedral de Oviedo, una desde siempre y la otra más recientemente y que contiene, además, la donación de Langreo a la Catedral de Oviedo. Javier Fernández Conde indicó que su hipercriticismo se había relajado un poco.

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