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los grandes clásicos

Sir Thomas Malory y las historias artúricas

Su impulso, cuyos antecedentes se remontan a los "Annales Cambriae", alcanza hasta las novelas de caballerías

Sir Thomas Malory y las historias artúricas

Las historias artúricas son uno de los pilares de la unidad cultural europea. Nacen en Gales, se trasladan a Francia, donde Chrétien de Troyes les da forma novelesca, debiéndosele la prodigiosa invención del Grial, regresan a Inglaterra y, desde allí, se extienden a Portugal, España, Italia y Alemania, en la que Wolfram von Eschenbach escribe "Parsifal", que inspiró a Wagner la versión teutónica de un mundo celta. En su origen, estas historias eran paganas; su impulso, cuyos remotos antecedentes se remontan a los "Annales Cambriae", del siglo X, alcanza hasta las novelas de caballerías españolas y portuguesas y a los poemas épicos renacentistas italianos. El Quijote es el punto final de este gran ciclo, que después de desvanecerse durante los siglos XVII (Milton proyectaba un poema sobre el Rey Arturo, pero renunció a escribirlo para dedicarse a los "Paraísos") y XVIII, renace con fuerza en el siglo XIX, con el romanticismo y se prolonga hasta nuestros días a través de la novela, el poema, el teatro, el cinematógrafo y la ópera.

Arturo es un personaje más legendario que histórico, un caudillo bretón de ascendencia tal vez romana, perdido en las pavorosas nieblas del siglo VI. Su nombre evoca el oso, pero también tiene sonidos latino: Artorius. Pudo ser el descendiente de un romano que se quedó en Inglaterra después de la marcha de las legiones. Rechazó al frente de sus jinetes las acometidas de los invasores sajones, a quienes derrotó en el monte Badon. Geoffrey de Monmouth asegura que era "de un valor y de una generosidad sin precedentes". En torno a él se reúnen una serie de caballeros, desde su sobrino Sir Gawain al francés Lan Celot, desde el traidor Mordred, espejo de malvados, al poco espabilado Perceval, el Parsifal wagneriano, desde el hombre corriente Sir Bors hasta Galahad, el caballero puro y sin tacha. También la galería de mujeres es imponente, encabezada pro la reina Ginebra y el hada Morgana, hermana de Arturo, una veces su enemiga y otras su protectora. Y en medio de todos, Merlín, el druida que a veces parece un obispo, consejero del rey y mago, casamentero y sabio.

A partir de Chrétueb de Troyes las viejas épicas abandonan su primitivismo, se cristianizan (no siempre para su bien) y, en el siglo XII, adoptan una escenografía de la época de los Platagenet, que se tenía por descendientes de Arturo, el cual deja de ser un guerrero para transformarse en un rey cortesano.

Las historias arturianas, incrementadas a lo largo de los siglos, son reunidas en el siglo XV en "Las muerte de Arturo", de Sir Thomas Malory, uno de los mayores escritores de la Edad Media. Obra en prosa, extensa y genial, según Curtius la prosificación es un descenso de nivel de la épica con una notable excepción: "La morte d'Arthur". Malory nació en 1416, participó en la guerra de las Dos Rosas a favor de los Lancaster, estuvo varias veces en la cárcel, unas por conspirador y otras por bandidaje. Se supone que escribió su libro durante uno de sus encarcelamientos, bajo el reinado de Eduardo IV. Su narración abarca el nacimiento mágico y adúltero de Arturo, hijo de Uter Pendragón, su ascensión al trono tras sacar la espada de la piedra (que no debe confundirse con la espada Excalibur), la creación de la Mesa Redonda pro inspiración de Merlín, la busca del Grial, los amores prohibidos de Ginebra y Lancelot, la tradición de Mordred, la batalla de Cammlan, la muerte de Mordred y la herida de Arturo, que ordena arrojar Excalibur al lago y es recogido por unas damas pálidas con velos negros que la conducen en una nave sin timón a Avalon, isla de hadas y manzanas. Toda la tradición artúrica posterior procede de este libro fascinante.

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