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Divas y malas por partida doble

Las sopranos Ekaterina Metlova y Maribel Ortega encarnan el papel de Abigaille en los dos repartos de la ópera "Nabucco", de Verdi, que se estrena el jueves en el Campoamor

Las sopranos Ekaterina Metlova, a la izquierda, y Maribel Ortega, ayer por la tarde, en el teatro Campoamor. LUISMA MURIAS

Abigaille es el personaje atormentado que mueve la trama de la ópera "Nabucco", de Verdi, que se verá en primera función el jueves de la próxima semana en el Campoamor como segundo título de la LXVIII Temporada de Ópera de Oviedo. Cinco funciones con dos repartos. En el primero, será encarnada por la soprano moscovita Ekaterina Metlova, última gran musa del maestro Lorin Maazel, que cantará en cuatro veladas, y en el segundo, por la jerezana Maribel Ortega, que hace sólo unos días fue una de las valquirias en la ópera de Wagner que se vio en el coliseo carbayón.

Metlova y Ortega charlaron en la tarde de ayer sobre el papel que simultanean. "Abigaille en cierta medida es como un hombre", comenta la soprano rusa, "como ocurre con las valquirias. Pero es peor que las valquirias. Es una mujer herida desde que nació porque no es hija legítima de Nabucco. Una cantante célebre, María Guleghina, que fue muchas veces Abigaille, considera que ha descubierto la historia de Nabucco. Como ocurrió 500 años antes de nuestra era es sólo una hipótesis. Cree que Nabucco encuentra a su amante con otro hombre, mata a los dos y ve a una niña llorando, muy pequeñita, que es Abigaille. No sé si es una historia verdadera, pero se puede imaginar porque encaja muy bien. Es tan mala porque está herida. Nunca recibió afecto y quiere vengarse".

Maribel Ortega apunta que "está herida en su orgullo, pero también cuentan los celos y la envidia. Hasta el segundo acto no descubre que es hija ilegítima y esclava y que queda relegada en el acceso al trono. Encima es una guerrera. Y su hermana, sin hacer nada, lo consigue todo, incluso el amor de Ismael. Tiene hambre de todo. Ha hecho guerras, ha ganado batallas para su padre, que vuelca el amor en su hermana. Su amante, Ismael, lo es a la fuerza porque es su prisionero y tampoco puede acceder a él. Es como si no se mereciese nada. Incluso para morir tiene que hacerlo ella misma. Nadie es capaz de matarla: yo me lo guiso y yo me lo como. No la quiere su padre, no la quiere su novio, no la quiere su hermana, todos están contra ella, así que se muere y a ver si de esa manera les da pena. El ego de llamar la atención".

La soprano española opina asimismo que Verdi "no utiliza a Abigaille como un cierto arquetipo de hija, sino como reflejo de la sociedad y de la naturaleza humana. Un tipo de persona que niega derechos a otros a través de su propio poder. Por eso el 'Va, pensiero' es un símbolo de libertad. Hay muchas connotaciones políticas en esta ópera, vale para cualquier tiempo".

Ekaterina abunda en la idea: "Gilda, de 'Rigoletto', es una heroína de Verdi como pueden serlo Violeta u otras. Abigaille, sin embargo, enlaza con la princesa de Éboli. Se acercan en carácter y en vocalidad. Son papeles que requieren voces más dramáticas, con más cuerpo. No tienen nada que ver con Gilda". Ortega indica que "cuando Verdi escribe esta ópera era muy joven y estaba destrozado por la muerte de su mujer y sus dos hijos. Se desahoga, y a través de Abigaille. Refleja la ira que tiene por perder a su familia. Y lo relaciona con Dios: ¿por qué me ocurre esto? Los demás personajes tienen una línea lírica. La única que rompe es ella, es un rol aislado, es quien tiene humanamente un conflicto. Bueno, también tiene un conflicto al final Nabucco, con la liberación de los hebreos y su hija".

"Vocalmente es un papel muy duro", añade Metlova, "es muy difícil. Refleja el carácter agitado con saltos en las notas desde abajo hasta arriba, con muchas escalas y mucha coloratura, pero no como al de Gilda, sino dramático".

"Es como una leona herida como la quiere representar Emilio Sagi", añade la soprano andaluza. "Y con mucho ritmo cortado, con incisos y agudos que son de poder", comenta la cantante moscovita. "Sólo tiene dos momentos de dulzura, que son las dos arias. Ahí se expresa como quiere ser, como una mortal corriente", remata la cantante española.

"Es necesario tener el centro de la voz siempre presente, y eso es duro", añade Maribel Ortega. "En el dúo con el padre las octavas en el centro de la tesitura son duras, aparte de los extremos de la voz que va de un si natural a un do". Como subraya Ekaterina, "es un diapasón muy largo para la voz y todos los registros que tiene que cantar".

"Con el maestro Gianluca Marcianò, muy bien. Lo lleva rapidito", dice Ortega, mientras que a Metlova le parecen sus tempos "justos, es muy bravo, nos ayuda muchísimo". "Así es", añade la cantante andaluza, "trabajé otras veces con él y saca lo mejor de los cantantes. Aquí canté con él 'Turandot'. Me ayudó mucho, saca al máximo las posibilidades, te escucha, es un gran maestro concertador que sabe enlazar la orquesta con los cantantes". La soprano rusa se sorprende por la juventud de Marcianò, "con tan pocos años y lo controla todo".

Las dos cantantes se remontan a la composición de "Nabucco". "El papel de Abigaille lo escribió Verdi para su mujer, Giuseppina Strepponi, que lo estrenó", comenta Metlova. "Eso dice mucho de las cualidades de ella", añade Ortega. No se ponen de acuerdo en algunos detalles. En todo caso la soprano española indica que investigó "mucho sobre las mujeres de Verdi y Wagner. Strepponi y Verdi no se casaron, convivieron 50 años. La eligió para este papel porque había fracasado con el título anterior y quería a los mejores cantantes. Se retrasó el estreno hasta reunir a los tres mejores. Dicen que Strepponi estropeó la voz en este papel, pero no es cierto. Había tenido muchos amantes, muchos embarazos, cantaba hasta el día del parto porque necesitaba el dinero. En esas condiciones destrozó la voz. Lo digo para defendernos las que hacemos de Abigaille".

"Es un papel difícil, pero afortunadamente no me ocurre nada en la voz cuando lo canto. Es el más difícil que existe para soprano", destaca Metlova. En todo caso "no te permite cambios, es todo el mismo canto fuerte", afirma Ortega, "mientras que la partitura del rol de Nabucco es más belcantista".

Y como final, más comparaciones. "Lady Macbeth también es muy cansado, pero tiene otra escritura. Es largo y cansado pero el carácter del personaje lo da de otra manera sin ir al límite. Utiliza más la inteligencia, no sólo la fuerza", sentencia Ekaterina Metlova.

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