La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un barítono colosal para un "Nabucco" conceptual

El búlgaro Vladimir Stoyanov encarna mañana en el Campoamor y sin oropeles al feroz, loco y arrepentido rey de Babilonia

Vladimir Stoyanov, con una figuración de la famosa leona herida. LUISMA MURIAS

"Mi próxima ópera, cuando acabe en Oviedo, es 'Rigoletto', que cantaré en Florencia, con el maestro Zubin Mehta. Inauguramos temporada. El director de escena es William Friedkin, ganador del Oscar por la película 'El Exorcista'. Después, Yago, de 'Otello', en Amberes". Así es el hoy y el inmediato mañana del barítono búlgaro Vladimir Stoyanov, a veinticuatro horas de encarnar a Nabucco en la ópera homónima de Verdi, en el teatro Campoamor. En la cumbre mundial de la lírica.

Stoyanov, sobre el escenario del coliseo carbayón, ya dispuesto con la escenografía del asturiano Luis Antonio Suárez y retazos del vestuario de Pepa Ojanguren, comenta la nueva producción de la ópera de Oviedo -junto a otros cuatro teatros- en la que tiene el papel protagonista. Un guía de lujo. Y repasa, también, aspectos de su rol, de su voz y de su carrera artística.

"Nabucco es una ópera de mucho empeño para un barítono. Es muy difícil vocalmente y con una carga emotiva muy fuerte que se suma al conjunto de dificultades. Siempre es difícil para un barítono, o para otras voces, afrontar obras así porque son muy conocidas por el público" indica.

Más aún "también son papeles muy conocidos, por así decir, dentro de la propia función porque mi rol es el protagonista de este título pero, asimismo, el papel de Abigaille tiene mucha presencia vocal a lo largo de toda la función y lo mismo se puede decir de Zaccaria, el sacerdote. Hacemos un trío muy fuerte desde el punto de vista musical y desde el punto de vista dramatúrgico ocurre exactamente lo mismo. Son las tres columnas de esta gran ópera"

Stoyanov considera que Nabucco para su cuerda, para la voz de barítono, "es el máximo de complejidad aunque más comprometido aún es el papel de Rigoletto, precisamente el que afrontaré el mes que viene en Florencia". De dificultad máxima en dificultad máxima.

El barítono búlgaro debuta en el Campoamor. "Es la primera vez que estoy en Oviedo. Las impresiones son muy buenas. Es una ciudad tranquila y humana. La gente es estupenda. En el teatro se trabaja con tranquilidad y en una buena atmósfera. Asimismo es la primera vez que trabajo con el maestro Gianluca Marcianò y con el director de escena Emilio Sagi. Nos conocíamos pero no habíamos trabajado juntos nunca".

Sobre la escena del teatro, muy despejada y cuasi conceptual, alguna silla y el trono que en todo caso está lejos de los lujos y oropeles historicistas con que suele representarse "Nabucco". Sagi no quiere óperas de barbas como, con fino humor carbayón, indicaba recientemente en una entrevista en estas páginas. El coro, con un elevado protagonismo, viste de calle, actual o con unos ropajes sencillos. Entre bastidores, dos elementos que sí remiten a la Babilonia clásica. Se mueven por la escena en unas plataformas. Dos citas importantes que, en todo caso y afortunadamente, están lejísimos de saturar el espacio: El toro alado que se conserva en el Louvre y una recreación de la leona herida del British Museum.

"Eso de los bajos búlgaros y en general de las voces graves es un cliché" comenta Stoyanov "allí nacen sopranos, barítonos y tenores como en cualquier otro sitio del mundo. Pero el giro de la fortuna ha hecho que seamos conocidos por grandes bajos como Boris Christoff, Nikolái Ghiaúrov o Nikola Ghiuselev, mi maestro. Casualmente, como hecho histórico, somos conocidos por los bajos. Pero también hay sopranos fantásticas como Raina Kabaivanska que cantó en Oviedo. La imagen, insisto, es la de los bajos y esa etiqueta que no se puede quitar. En los medios hay una gran inercia en ese sentido".

¿Y lo que se verá mañana en el Campoamor? "En esta producción, Nabucco es escénicamente clásico. Mi rol recorre los tres periodos de su presencia escénica. Primero, el rey vencedor. Después, el hombre loco. Y en la tercera es ya el hombre convertido. Tres fases. Es todo muy claro y limpio gracias al planteamiento de Emilio Sagi que ha ido a la esencia del personaje, a lo que es más importante".

El barítono considera que el mundo "no es blanco o negro, hay grises y el personaje de Nabucco se mueve ahí. Es un guerrero. Tiene una razón para su existencia como le ocurre a todo el mundo". El pueblo hebreo es la víctima del conflicto "y en medio de ese drama popular se desarrolla la lucha con Abigaille y ahí está también Ismaele. Es un mixto muy complicado. Un hebreo que se enamora de una chica de Babilonia. Y lo mismo ocurre con Abigaille que es babilonia. Una medalla siempre tiene dos caras. Esta ópera es muy actual como libreto y como comportamiento de los personajes. Las emociones son muy actuales".

Stoyanov, como el maestro Marcianò, se emociona con el coro "Va, pensiero". "Es muy emocionante", indica. Destaca también cuando cae fulminado por el cielo tras decir que no es un rey que ya es un dios.

Compartir el artículo

stats