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Otoño en el cañón del río Leza

El Camero Viejo, en La Rioja, invita a descubrir su hermosa naturaleza agreste - y la historia en piedra de sus pueblos

Panorámica del cañón a la salida del pueblo de Soto en Cameros. ANA PAZ PAREDES

La Rioja es tierra de descubrimientos. No sólo la bondad de sus caldos y la indiscutible importancia de su producción vinícola es lo que nos conquista, también lo hacen sus paisajes, sobre todo cuando a finales de septiembre las viñas llenan de color el horizonte, una imagen que se queda para siempre en la retina.

Esta tierra hermosa y llena de contrastes también tiene rincones que no por menos turísticos ni tan conocidos como los habituales dejan de seducir a quienes buscan lugares auténticos, con historia y con una naturaleza que desconcierta y asombra al mismo tiempo. Tal es el caso de quienes optan por realizar la ruta del cañón del río Leza, que se puede hacer tanto desde su parte alta, saliendo del pueblo de Soto, en Cameros, como por la zona baja, siguiendo el cauce de un río que desaparece al llegar el verano.

El cañón ya asombra al viajero desde el mismo momento que se observa desde la carretera. Ahora bien, es preciso caminarlo para descubrir los tesoros naturales que nos esperan. Tal es el caso, por ejemplo, de las huellas de dinosaurios que pueden contemplarse al poco de salir del pueblo. Un poco más adelante, a poco menos de una hora del inicio de la ruta, impresiona de nuevo otro yacimiento de icnitas, en el solano de Peñalamora, en una ubicación que es un perfecto mirador para contemplar este cañón fluvial, el más espectacular de toda La Rioja, así como para descubrir la población de buitres leonados que allí vive o inclusive el colorido de unos arces que tiñen de naranjas y rojizos el camino.

También invita el lugar a recorrer algunos de sus pueblos, como Soto en Cameros, San Román y Laguna de Cameros. Como muchos asturianos, también algunos de sus vecinos emigraron a América y enviaron dinero para la mejora de sus localidades. Tal es el caso de Juan Esteban Elías, quien, desde México, hizo constar en su testamento que se enviasen bienes para que se levantasen las escuelas de Soto, cuyo edificio es hoy el Ayuntamiento y frente al cual hay una estatua que lo representa.

En este pueblo se hacen, además, al llegar la Navidad unos de los mejores mazapanes del mundo: los mazapanes de Soto.

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