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La Vida Buena

Asturias sabe a miel

El trabajo de las abejas permite a los apicultores recoger en otoño la miel, un producto esencial en las despensas

Daniel López da el último toque a una ensalada. GUSTAVO GARCÍA

El esmerado trabajo de las abejas durante el estío permite a los apicultores, a comienzo del otoño, recoger de los panales la miel, el producto más dulce que el bosque produce, y un elemento esencial en cualquier despensa. El conocido como "oro líquido" triunfa en los fogones más allá de servir de acompañamiento, dentro de la gastronomía popular, al requesón y a la cuajada a la hora del postre. Su versatilidad y esa capacidad de dotar de una dulzura sutil a cualquier plato convierten a la miel en el mejor aliado a la hora de matizar los fuertes sabores de quesos y carnes.

El concejo de Boal merece ser reconocido, por tradición, dedicación y calidad, una de las mecas de la miel en el Principado. Aquí, centenares de colmenas producen al año toneladas del dulce líquido, que condensa en una sola gota todas las esencias y sabores del bosque asturiano. La miel de brezo, la más común en la comarca, se caracteriza por su espesor, su color oscuro y un toque amargo único, que sorprende y agrada en el paladar. Julio Fernández, uno de los productores asociados en la cooperativa "La Boalesa", ensalza el producto: "Es de una calidad excelente. Tiene un sabor muy definido, y gusta mucho", explica.

Fernández reconoce que, en la mayoría de los casos, la producción se destina al consumo doméstico, donde es utilizada en numerosos postres y dulces. "Sin embargo, en los últimos tiempos está aumentando su consumo en otro tipo de facetas, como acompañamiento de carnes, y para diferentes salsas", explica. Este año, la sequía ha reducido la producción y ha elevado los precios, que rondarán los ocho euros por kilogramo. "La Boalesa", además, extrae de la miel, mediante maceración, un licor, concebido para saborear en la sobremesa.

"La miel aporta toques de aromas florales, ese acento dulce y natural, sin sacarosas ni artificios", comenta Daniel López, chef del Blanco, restaurante de La Colorada, en Navia. En la carta de este restaurante se encuentra una ensalada de queso de cabra braseado, con bouquet de verduras, frutos secos y miel aromatizada con azahar. López explica que la miel "rebaja el sabor fuerte del queso, y aporta sutileza". El "oro líquido" conjunta perfectamente como aliño, y permite dar una nota de contraste al plato.

Además, en estos fogones se utiliza la miel en platos con aves o piezas de caza. "Son platos fuertes, con sabores potentes, que se rebajan gracias al dulce", asegura López. Así, por ejemplo, acompañan el magret de pato, marcado a la plancha, con una salsa a base del jugo de la carne del ave mezclada con miel. También la usan al cocinar cochinillo. "Le hacemos un barniz con miel y aceite de oliva, le pintamos la piel y lo gratinamos. Queda un lacado impresionante, con un crujiente extra", afirma.

También destinan la miel a la elaboración de helados y postres. "Es un producto que tiene mucha utilidad, más de la que a veces creemos. La gente se sorprende de primeras cuando lo ve en la carta, pero cuando lo prueban, les encanta", explica el chef, que cree que la miel confiere "un brillo y un sabor muy especial" a los platos.

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