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Coppola, el mago de las corazonadas

Una iglesia desacralizada en Llanera acoge el inicio de un ciclo "portátil" con 17 títulos dirigidos, escritos o producidos por un cineasta que vivió la gloria, la locura y la ruina

Coppola, el mago de las corazonadas

A Francis Ford Coppola le fascinan los magos. Los pioneros del cine como Méliès lo eran: sacaban ilusiones de una novedosa chistera llamada pantalla. Al mago Coppola le dedica la Fundación Princesa de Asturias hasta el 20 de octubre el ciclo "Coppola portátil", que arranca hoy con Drácula de Bram Stoker en la (muy apropiada) iglesia desacralizada de Santa Bárbara, en el polígono de Asipo (Llanera). Una buena muestra del talento de un cineasta cuyos accidentados rodajes podrían inspirar historias apasionantes. Como él mismo ha reconocido, "el arte se debe parcialmente a accidentes que se producen".

Ganar el "Oscar" por el guión de Patton (compartido con Edmund North, que poca cosa hizo) sirvió para que Coppola fuera tenido en cuenta por Hollywood. No recogió el premio, y tenía buenas razones: "Escribí un inicio muy impactante, cuando hace su discurso frente a la bandera americana. Al final me despidieron. Cuando se hizo el guión final, contrataron a otro escritor y se olvidaron del mío".

Antes había dirigido Ya eres un gran chico. Quería hacer algo parecido a la novela "El guardián entre el centeno" inspirado en que "yo me había escapado de la academia militar y había dado tumbos por la ciudad, donde me habían sucedido cosas de todo tipo". Con Llueve sobre mi corazón ("Cuando la gente de lluvia llora desaparece, porque se deshacen en lágrimas" se dice en el diálogo) tuvo una libertad absoluta a sus 29 años: "Empecé a sentirme como Robin Hood y su banda. Teníamos realmente la máquina de filmar en nuestras manos y no necesitábamos estar en Hollywood. Podíamos hacerlo en cualquier parte".

No cosechaba éxitos precisamente, pero las productoras le tenían fichado. Cuando le ofrecieron El Padrino vivía en un apartamento de una sola habitación en Nueva York con su mujer embarazada y dos hijos pequeños. "No tenía ninguna experiencia con la mafia ni conocía a ningún mafioso pero, en definitiva, ellos pertenecían a una familia italo-americana. Así que me basé en mis tíos y parientes. Eché mano de mis recuerdos para hacer que todo fuese como en mi familia. Cómo se sentaban a la mesa, cómo mis tíos traían comida china, cómo eran las comidas familiares, cómo mi hermana servía la mesa y cómo mis tías discutían lo que pasaba en el mundo. Todo lo que hice fue darles otras profesiones de italo-norteamericanos".

American Graffiti la coprodujo con su gran amigo George Lucas, aunque no se involucró demasiado. No le fueron mal las cosas: ganó tres millones de dólares. Encumbrado por El Padrino, su siguiente trabajo sería, también, su favorito (y el de muchos coppolianos más): La conversación. Aquella historia de soledades infinitas en una sociedad deshumanizada (metáfora nada camuflada de Estados Unidos post Vietnam) aumentó su prestigio pero fue mal en taquilla, desfase en la cotización de Hollywood que se corregiría con El Padrino II, más compleja, profunda y ambiciosa que la primera. O sea: mejor. Y luego, la locura: Apocalypse now. Mejor lo explica él: "En algunas ocasiones, creía que iba a morir literalmente debido a mi incapacidad para resolver los problemas que tenía. Me iba a la cama a las cuatro de la mañana, bañado en sudor frío". Un ejemplo: "Tenía quince helicópteros en el cielo y no había manera de decirles que si no volaban unos metros más no entrarían en cámara". Y así la resume: "A medida que nuestro protagonista recorre las insensateces y absurdos de la intervención norteamericana en la guerra se va sintiendo cada vez más atraído por la propia jungla, su misticismo primigenio y su inmenso poder. Queda claro que la guerra norteamericana para llevar la civilización a millones de 'ignorantes' es únicamente la extensión del colonialismo mercantilista, y que el horror y el salvajismo no están en la jungla sino en la propia cultura norteamericana, con su tecnología impotente y su cultura popular. El argumento es metafórico: el viaje de Willard río arriba es un viaje hacia sí mismo, y el hombre extraño y salvaje que encuentra al final también es un aspecto de sí mismo".

Tras la locura, la Gran Ruina. El hermoso fracaso de un visionario que le cubrió de deudas e hipotecó el resto de su carrera: Corazonada. "Los magos fueron los primeros que experimentaron con el cine. Algunos de los pioneros, como Méliès, eran magos que utilizaban el cine para crear ilusiones. El cine siempre ha tenido esa habilidad para crear lo mágico, como hizo el teatro para mí, con la iluminación. Utilizar la tecnología para crear algo mágico es lo que me atrajo".

Con Rebeldes y La ley de la calle realizó una carambola de resultados dispares. La primera, empalagosa y convencional, dio dinero. La segunda, artística y rebuscada, pasó a ser cine de culto. Sobre "Rebeldes" dijo en su día: "Me di cuenta de que quería hacer una película sobre la juventud y sobre la pertenencia a un grupo con el cual te identifiques y por el que sientas un amor verdadero. Aunque estos chicos sean pobres y, de alguna manera, insignificantes, la historia les da cierta belleza y nobleza". Peggy Sue se casó, Cotton Club (con unos sobrecostes que alimentaron su leyenda de derrochador) y Drácula de Bram Stoker pertenecen a su faceta de realizador contratado, eficiente y por momentos brillante, pero que no siente como suyas las historias. Todo lo contrario de sus últimos y casi clandestinos trabajos, sobre todo El hombre sin edad, basado en una novela de Mircea Eliade: "Contiene temas esenciales como siempre he deseado llegar a comprender: el tiempo, el conocimiento y los sueños como fundamentos de la realidad". Coppola se sentía "en un punto de mi vida en que necesito volver al principio. Sentirme de nuevo como un estudiante y volver a hacer películas con los ojos que tenía cuando sentía ante todo un gran entusiasmo. Estoy cansado de ser célebre". Un estudiante que rodó Tetro, con la que "tengo una clara implicación emocional. Escribir el guión fue una buena manera de intentar comprender algunas cosas sobre mi propia familia". Una obra "intensa y verdadera que habla sobre sentimientos fuertes y profundos. Es una película hermosa que no está realizada para ganar dinero. Estoy seguro de que pervivirá". Y, como cierre, Twixt. El guión surgió de un "sueño vívido" que tuvo en Estambul, "más bien una pesadilla", y que "parecía contener el ingenio de Hawthorne o Poe". Ocupen sus asientos. La magia de Coppola va a empezar.

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