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El ojo que ve la raíz de la vida

La Universidad estrena un microscopio con la tecnología óptica más puntera que abre camino a estudios avanzados sobre tumores y prótesis

La reproducción de un cultivo de células. LUISMA MURIAS

Las imágenes que salen en pantalla captadas por el nuevo microscopio láser confocal, adquirido por la Universidad de Oviedo y presentado ayer, muestran el lado más hermoso de la vida más pequeña. Sobre la placa, un cultivo de células. En esa pantalla, los núcleos aparecen en azul; las fibras, en rojo. El microscopio permite trabajar en volumen, corte a corte. Parece diseño industrial, pero es biología pura, estructuras que están en lo más hondo y primario de nuestra existencia.

No hay en microscopía óptica nada más avanzado en Asturias. El rector, Vicente Gotor, aseguraba ayer en el edificio de investigación Severo Ochoa, en el campus del Cristo, que "esto es un valor añadido" que estará disponible para investigadores de la Universidad, del HUCA y de las empresas que lo requieran. Calcula Gotor que el microscopio láser confocal costará algo más de trescientos mil euros, pero se va a quedar corto.

La principal ventaja de la microscopía confocal es que permite obtener cortes de una misma muestra en distintos planos focales y visualizarlos en una imagen tridimensional de alta resolución. Con él se podrá trabajar en terapias celulares con células madre, análisis de marcadores de células vivas tumorales o estudios de biomateriales para prótesis, entre otras aplicaciones.

A la carta

El microscopio de última generación permite realizar películas en las que se monitorice el comportamiento de una estructura biológica para comprobar los resultados de tratamientos a lo largo del tiempo. Se conoce como "dinámica celular".

La muestra es iluminada por dos láseres. Uno de ellos es blanco. Se puede trabajar en distintas longitudes de onda, focalizando los puntos de interés. El investigador escoge, el microscopio obedece. Define zonas de estudio y posición, y aísla visualmente aquello que queremos analizar. Hasta permite cortar ópticamente la muestra en algo parecido a un loncheado biológico.

El nuevo equipamiento, de fabricación alemana, se aparta de la imagen clásica que tenemos de un microscopio. La parte óptica se recubre de una urna que permite, entre otras cosas, la supervivencia de cultivos celulares. Allí dentro de ese cristal se trabaja a una temperatura que ronda los 37 grados. El investigador enfoca y trabaja con los mandos. Es un microscopio a la carta.

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