La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), dirigida por su titular el maestro Rossen Milanov, abrió ayer la temporada de abono -la número 25 del conjunto- en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo con un concierto brillante, que incluyó el estreno mundial de la obra "Reflejos", del compositor Marcos Fernández Barrero; la actuación estelar del concertino Alexander Vasiliev, como solista en el "Concierto número 2" de Prokofiev; una doble dosis de color local con "Escenas asturianas", de Benito Lauret, y la "Sinfonía en si bemol" de Hindemith como cierre de sonoridad y calidad máximas.

La novedad fue la introducción de la velada, a cargo del restaurador Luis Alberto Martínez, que desde el escenario, al lado del maestro Milanov, presentó el plato "Otoño", explicó los ingredientes y comentó que la esencia estaba contenida en unos globos que se habían repartido al público a la entrada de la sala.

El respetable infló los globos y a una señal de Milanov los soltó. La esencia de canela inundó el Auditorio. El plato quedó virtualmente servido. Entre el público, el alcalde Wenceslao López comentó "que asistía para disfrutar de la velada y para apoyar a la OSPA, que es un símbolo de la ciudad". Por su parte, el consejero de Cultura, Genaro Alonso, sentado unos filas delante, indicó que la orquesta "es un orgullo para todos y es un símbolo de Asturias".

Música, maestro. Sin más preámbulos Milanov lanzó al conjunto con las "Escenas asturianas" de Lauret, que fue director titular de la OSA, precedente de la actual sinfónica. Gran interpretación. Después, Vasiliev atacó el concierto de Prokofiev. Excelente. Ciertamente el andante puede levantar a un muerto con sus intensísimas emociones, sobremanera en el arco del violinista ruso-asturiano. El público aplaudió durante dos minutos y 34 segundos. Como propina, el "Capricho número 21", de Paganini. Maravilloso. Un minuto y 12 segundos de aplausos.

Tras el descanso, el exquisito estreno mundial. "Reflejos", de Fernández Barrero. Veinticinco segundos de aplausos. Como gran cierre de la noche, la sinfonía de Hindemith llenó la sala en sus cuatro tiempos, plenos de sonoridades y con el ágil tercer movimiento como contraste. Dos minutos y 43 segundos de ovaciones.

Una hora antes del concierto, la gerente de la OSPA, Ana Mateo, y el crítico de LA NUEVA ESPAÑA Cosme Marina analizaron la historia, el sentido y el futuro de la sinfónica asturiana.