La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) ha sido galardonada con el título de "Asturiano del mes" de agosto, distinción que concede LA NUEVA ESPAÑA en atención a los innumerables éxitos artísticos de la agrupación musical y a la labor pedagógica que constantemente realiza, concretada en los 25 años que ahora cumple. La programación de la temporada del cuarto de siglo se presentó el pasado mes de agosto, de ahí la fecha que se indica como referencia para el premio.

La OSPA culminará en mayo el aniversario, ya que en ese mes del año 1990 fue cuando se presentó por primera vez ante el público asturiano. A lo largo de dos décadas y media ha tenido tres directores que jalonan el desarrollo de la formación y explican muy bien su amplia biografía de éxitos.

El norteamericano Jesse Levine lanzó la orquesta entre 1991 y 1994 en calidad de primer director titular. Era un extraordinario violista y profesor de la Universidad de Yale durante más de veinte años. No fue un tiempo fácil porque se venía de una situación que rozaba el caos, en la etapa final de la OSA, que puso al borde del precipicio la entonces audaz y polémica iniciativa de refundación de la orquesta autonómica en un periodo muy complejo musical y políticamente y con graves carencias en las infraestructuras del Principado. Levine falleció en 2008.

La segunda etapa de la OSPA está ligada al maestro chileno Max Valdés, que en buena medida se puede considerar el director por antonomasia de la formación, ya que la encabezó durante dieciséis años. Fue el tiempo de la consolidación del conjunto y de su internacionalización. La OSPA, ciertamente, había nacido multinacional y muy ligada a los "Virtuosos de Moscú", una agrupación excepcional que de la mano de la Fundación Príncipe de Asturias se trasladó a Oviedo, Gijón, Avilés y otras ciudades asturianas, donde, además de integrarse en la orquesta autonómica, realizó y sigue haciéndolo una extraordinaria labor pedagógica. En esos años se elevó el nivel de la orquesta hasta escalones muy altos y se hizo con el público. La OSPA, además de realizar sus temporadas de abono con conciertos fundamentalmente en Oviedo, Gijón, Avilés y Castrillón, empezó a colaborar con la ópera del Campoamor y otras iniciativas musicales de Asturias y se convirtió en una embajada cultural de primer orden con sus salidas y giras, en todo caso siempre menos numerosas de lo deseable. Valdés pertenece a la élite cultural hispana. Transmitió un aire aristocrático -en el mejor sentido del término- a una OSPA que iba a más por momentos.

El hilo conductor de la orquesta en lo artístico y en lo humano viene dado por un puñado de músicos que, desde los primeros tiempos del conjunto, se situaron en los atriles y ahí siguen ofreciendo calidad, profesionalidad, entrega y ejemplo. El concertino Alexander Vasiliev, como primer músico de la orquesta y en el origen de la formación, encarna en buena medida al grupo. Ruso de San Petersburgo, es una pieza clave en el viento pedagógico que de los excelentes conservatorios del este europeo llegó a Asturias y dio sus frutos en el seno de la OSPA.

Hace tres años la sinfónica del Principado inició una nueva etapa de la mano del maestro búlgaro Rossen Milanov, como su tercer director titular. Muy entusiasta y trabajador -a las dos semanas de llegar a Asturias ya hablaba español-, aporta a un conjunto maduro una nueva dosis de sabiduría y buen gusto de los maestros del este europeo y el modo de hacer de las orquestas norteamericanas donde trabajó durante muchos años. La OSPA busca programas temáticos, se vuelca en los niños con ciclos a los que acceden miles de críos de toda Asturias y tantea nuevas relaciones con el público, mediante conciertos divertidos y elementos escénicos que van más allá de la fría etiqueta de la música clásica. Veinticinco años y un punto y aparte para celebrar tantos éxitos.