La jornada agotadora de Emilio Lledó se cerró ayer con un coloquio con su discípulo Juan Ángel Canal y con Armando Menéndez Viso, director del departamento de Filosofía de la Universidad de Oviedo.

"La filosofía es lenguaje crítico, que analiza y que juzga" y como tal no puede evitar triturar los tópicos. Para el filósofo hay que evitar que "la mente se congele con los estereotipos". Así, en un mundo dominado por lo visual, él rechaza que una imagen valga más mil palabras porque, "si no sabemos interpretarlas, las imágenes no nos dicen nada".

A instancias de sus dos interlocutores propuso "libertad como la palabra esencial porque significa posibilidad. La mayor desgracia que puede ocurrirnos es que nos den la realidad como algo congelado".

Sobre las construcciones ideológicas que hay detrás de las identidades colectivas, Lledó fue tajante: "Sólo creo en la identidad personal. Tengo mis reservas sobre las identidades colectivas, que son manipulables".

Como recomendaciones de lectura citó el "Quijote" y la "Odisea", antes de alabar los "Diarios" de Jovellanos y confesar su entusiasmo por Federico García Lorca. También propuso "La silla del águila", de Carlos Fuentes. Y recreándose en el griego recitó al Píndaro que habla de nuestra condición efímera, del hombre que es la "sombra de un sueño".