Jesús Etayo, superior general de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios -galardonada con el premio "Princesa de Asturias" de la Concordia-, defendió ayer en la Junta General del Principado el "imperativo ético de atender a los necesitados y a los inmigrantes, a los que están solos, a los desplazados, a los enfermos, a los sin trabajo, a los desesperados...". El religioso insistió en "una ética de la hospitalidad que ha de ser regenerada", entre otros motivos porque "la sociedad de la opulencia cada vez puede tapar menos a los necesitados".

La hospitalidad es conjunción de "generosidad, humanidad y solidaridad y es a la vez categoría ética y social" -agregó Etayo-, en el sentido de que "esa hospitalidad es un espacio común en el que todos podemos coincidir". Además, "es también un valor religioso universal, presente en todas las religiones". Lo contrario "es la hostilidad, que lleva a la violencia, a la inhumanidad, a una sociedad del egocentrismo y sin alma". Todo ello se halla "en sintonía con el Papa Francisco, que en su reciente discurso ante la ONU habló de cuidar de los más frágiles de la Tierra". Etayo habló en el Salón Europa de la Junta, y estuvo acompañado por Pascal Ahodegnon, consejero general de la Orden para África; Miguel Ángel Varona, presidente de la Fundación Juan Ciudad, y Julián Sánchez, director de la misma.

Le escucharon representantes o portavoces de todos los grupos políticos del parlamento asturiano, pero sólo se les sumaron un puñado de diputados más. Junto con las habituales autoridades civiles y militares, asistieron al acto la abadesa de las Pelayas, Rosario del Camino Fernández-Miranda; el obispo auxiliar, Juan Antonio Menéndez; el vicario general, Jorge Sangrador; el delegado episcopal de Misiones, Pedro Tardón, o el director de Cáritas, Ignacio Alonso Areces, entre otros.