El niño Leonardo Padura (La Habana, 1955) soñaba con ser jugador de béisbol. El ahora premio "Princesa de Asturias" de las Letras era de los que preferían el bate a la libreta y el lápiz. Tanto es así que su carné escolar de cuarto grado muestra que aquel curso sólo asistió al 66% de las clases. Como lo del béisbol no acababa de ser lo suyo, el joven Padura decidió estudiar la carrera de Letras en la Universidad de La Habana. Pero no para escribir novelas, sino para convertirse en cronista deportivo. Y cuando ya era universitario comprobó que otros estudiantes se lanzaban a la escritura. "Vi que había otros compañeros que escribían y con mi espíritu competitivo de jugador de béisbol me dije, ¿por qué no voy a hacerlo yo también? Y así empecé", explicó ayer el reconocido autor cubano en el IES Carreño Miranda de Avilés a los estudiantes que participaron en el taller de creación literaria "Punto y seguido".

El acto educativo comenzó con puntualidad inglesa, pero sin sonido (los micrófonos no funcionaron durante un cuarto de hora) y con llamada telefónica incluida al protagonista en pleno discurso. "Me suena el teléfono, no tenemos electricidad... Pero tenemos un doctorado en falta de electricidad, así que no me preocupa en absoluto", rompió el hielo el autor de "El hombre que amaba a los perros", que compartió escenario con Deli García Lobo, del departamento de Lengua del centro anfitrión.

El escritor cubano, que ganó el premio "Café Gijón" en 1995 con "Máscaras", respondió a las cuestiones que le plantearon los estudiantes, interesados tanto por la vida como por la obra del galardonado por la Fundación Princesa de Asturias. Padura les reconoció su fortuna "por no tener que emigrar" de su país (la quinta parte de la población cubana reside fuera de la isla) y cómo su "enraizamiento con Cuba es fundamental" para desarrollar su trabajo literario. También les trasladó, siguiendo su ejemplo, cómo "un mal estudiante puede ser escritor". "A veces, cuando uno es joven, no piensa en lo importante que es aprovechar ese tiempo de la juventud para los estudios. La vida no da una segunda oportunidad. Hay que aprovechar ese tiempo, sin perder la alegría y la diversión de la juventud", recomendó al público.

Para el escritor cubano son muchas las semejanzas entre Asturias y Cuba. "Allí somos capaces de comer un potaje de judías con una temperatura de 34 grados (su plato favorito es el quimbombó). La comida cubana es muy española. También compartimos los soportales, que aquí son para resguardarse de la lluvia y allí para protegernos del sol. Y hablando de arquitectura, creo que el edificio más lujoso de Asturias está en La Habana: el Centro Asturiano de La Habana en Cuba, ahora sede del Museo Nacional de Bellas Artes. También compartimos las relaciones familiares entre Cuba y Asturias", aseveró refiriéndose a la emigración.

Sobre la revolución tecnológica, que ha dado un vuelco a la profesión periodística, opina que "no estábamos preparados". "Este salto es comparable a la imprenta de Gutenberg, tan importante para la transmisión de la cultura (...) La era digital está creando un desafío enorme en cuanto a la velocidad, pero el acto de la escritura sigue siendo el mismo: un escritor ante un ordenador que funciona como una máquina de escribir, el proceso que siempre ha tenido en la historia".

El premiado defiende que "el trabajo creativo es un 20 por ciento de inspiración y un 80 por ciento de espiración". "Yo soy afortunado porque ese 80 por ciento de espiración lo tengo garantizado con el clima cubano", bromeó Padura, que explicó al alumnado que "la mejor escuela para aprender a escribir es la lectura". "Un escritor inculto puede ser un escritor intuitivo, pero no es lo mismo fabular una conversación que escribir una novela. Para aprender a escribir hay que leer literatura en la lengua de uno, y sobre todo la de aquellos que escriben bien", prosiguió. En este sentido, destacó que "los hispanohablantes somos afortunados por la cantidad de autores maravillosos, como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Manuel Vázquez Montalbán".

Antes de impartir el taller literario, el novelista y periodista cubano fue recibido en el Ayuntamiento avilesino por la Alcaldesa y la Corporación. El galardonado se fundió en un abrazo con la alcaldesa, Mariví Monteserín. "Cuando recibí la noticia del premio, Mariví fue una de las primeras personas en felicitarme. Mi mujer y yo tenemos con ella una relación de amistad de hace varios años, muy cercana. Cada vez que vengo a España tratamos de vernos", aseveró Padura en el acto protocolario. El autor dejó una cariñosa dedicatoria en el libro de firmas municipal: "A todos los amigos de la ciudad de Avilés, un gran abrazo cubano, pero un beso especial a la señora Alcaldesa, nuestra muy querida amiga Mariví Monteserín, a la que deseamos Lucía, mi esposa, y yo, todos los éxitos en su empeño y trabajo por esta ciudad. Gracias y un abrazo cubano de Padura".

Las referencias a su pasión por el béisbol fueron recurrentes durante la visita a Avilés. El premio "Princesa de Asturias" de las Letras anunció que subirá al escenario del Campoamor pelota de béisbol en mano para recibir el galardón. Y hasta ve su adiós entre bates y "home run": "A mí que me entierren en el estadio del Cerro de La Habana, quiero cerrar mi ciclo allí".