"Este premio supone que estamos en la línea correcta, que nuestra misión tiene plena actualidad porque somos conscientes de los problemas del siglo XXI. Además nos ayuda a seguir en la brecha trabajando por los demás". Así agradeció el premio "Princesa de Asturias" de la Concordia el Superior General de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, el hermano Jesús Etayo, en el acto celebrado ayer en su sede gijonesa, el Sanatorio Marítimo, arropado por el director del centro, Eloy Castelo, y uno de sus consejeros, el hermano beninés Pascal Ahodegnon. "La sociedad nos está diciendo que continuemos por este camino", resaltó Etayo.

Tras más de quinientos años de historia, los hermanos de San Juan de Dios aún izan la hospitalidad como su bandera. El tiempo ha pasado pero su lucha por amparar y dar servicio a los más desfavorecidos se mantiene intacta en un mundo que, tras la terrorífica crisis del ébola que arrasó África, vive ahora inmerso en avalanchas de refugiados provenientes de Siria. "Un premio siempre es bonito pero también supone un compromiso", remarcó el Superior General de la Orden, consciente de que todavía queda mucho trabajo por hacer.

Tras los agradecimientos por el premio y la labor llevada a cabo por trabajadores y voluntarios que guardan relación con la Orden, el hermano Jesús Etayo cedió la palabra a los internos del Sanatorio Marítimo en una conmovedor acto improvisado. Desde la pregunta sobre qué relación guarda con el Papa Francisco hasta qué diría San Juan de Dios de este premio, Etayo respondió con una sonrisa de complicidad ante cada inquietud. Especial importancia cobró la palabra miedo asociada a viajar a África a sabiendas del riesgo que entrañaba por la epidemia del ébola. Fue entonces el momento del hermano Pascal Ahodegnon que, tras dirigir el hospital San Juan de Dios de Afagnan (Togo), es conocedor de la realidad vivida en países afectados por el terrible virus. "A veces sentimos miedo al viajar a estos países, pero si pensamos en la hospitalidad y nuestra misión de servicio a los demás, el miedo desaparece", explicó Ahodegnon.

Los trabajadores del centro estuvieron representados por Juan Cobo, que pronunció una loa a la vocación de servicio de trabajadores y voluntarios que facilitan la vida a los demás.

Por su parte, la Alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, aprovechó para recordar algunas de sus vivencias en el centro, común a muchos ciudadanos, como la visita anual del nacimiento, los belenes de Navidad, que con primorosa delicadeza llevan años ofreciendo los hermanos de esta casa a todos los gijoneses. Un testimonio que le sirvió para justificar que esta institución no sólo forma parte de la esencia de Gijón, incluso "lo llevamos en el corazón", concluyó Moriyón.

El cierre del acto lo protagonizó Marina Miranda, que recogerá el galardón en compañía de su madre Mª Ángeles Blanco como representantes del centro, con un collage de los presentes a fin de que tanto el hermano Jesús Etayo como Pascal Ahodegnon estampasen sendas firmas para corroborar su estancia en el Sanatorio Marítimo en una tarde difícil de olvidar para ellos. Como tampoco se deben preterir las necesidades de los más desprotegidos.