La sonda Rosetta ha detectado una gran cantidad de oxígeno alrededor del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, un hallazgo que pone en jaque los modelos de formación del sistema solar y puede afectar al modo cómo se busca la vida en otros planetas, según publica hoy la revista Nature.

La sonda europea detectó el gas por primera vez en septiembre de 2014, poco después de ponerse en la órbita del cometa, pero se ha tardado más de un año en divulgar el descubrimiento ante el celo de los científicos por descartar errores en los instrumentos y ofrecer una interpretación sólida del descubrimiento.

"Este es el hallazgo más sorprendente que hemos hecho hasta ahora en 67P. Cuando vimos las mediciones, al principio todos entramos en una fase de negación, porque definitivamente no esperábamos encontrar esto en un cometa", afirmó en una rueda de prensa Kathrin Altwegg, investigadora de la Universidad de Berna encargada del espectrómetro de masas de Rosetta.

"No es solo que haya oxígeno, es que hay mucho oxígeno. Es el cuarto gas más común del cometa", después del vapor de agua, el monóxido de carbono y el dióxido de carbono, detalló Altwegg.

El grupo de Berna, que ha trabajado junto con científicos de la Universidad de Michigan (EE.UU), estudió a 67P durante varios meses y comprobó que la concentración de oxígeno se mantiene constante en el tiempo en el llamado coma del cometa, la cabellera que se forma alrededor de esos cuerpos celestes cuando aumenta su temperatura.

Eso significa que el gas está presente en todo el cuerpo de 67P, y no solo en su superficie, que va perdiendo material a medida que se acerca al sol.

Por ese motivo, los investigadores creen que el gas debe de haber estado allí desde la formación del comenta, hace unos 4.600 millones de años, antes de que el sistema solar se formara por completo.

"La mayoría de los modelos de formación del sistema solar predicen que hubo un enorme flujo de material desde el exterior hacia el centro del sistema, hacia el joven Sol, y al mismo tiempo una salida de material al exterior. Eso habría provocado que toda la materia se mezclara durante la formación", explicó Altwegg.

"Pero eso no es compatible con la existencia de oxígeno prístino encerrado en el hielo. Si se hubiera acercado al sol se habría perdido inmediatamente, así que el cuerpo debió de permanecer siempre fuera, en las nebulosas oscuras a partir de las cuales probablemente se formaron los cometas", afirmó.

Los investigadores creen que 67P no es una excepción entre los cometas, sino que la mayoría de ellos podrían contener oxígeno, por lo que ya han comenzado a escrutar los datos disponibles del último paso cerca de la Tierra del cometa Halley -"Parece que incluso Halley tiene oxígeno, pero esto es todavía un resultado preliminar", avanzó la investigadora-.

Hasta ahora se había detectado oxígeno en otros cuerpos helados, como las lunas de Júpiter y Saturno, pero su presencia en cometas había pasado inadvertida.

Los científicos han subrayado que el descubrimiento no implica que haya vida en los cometas, ni cambia la perspectiva sobre su papel en llevar la vida a la Tierra, pero sí que puede afectar a la búsqueda de organismos en otros sistemas solares.

"Hasta ahora, la combinación de oxígeno y metano era un indicador de que podía haber vida en un exoplaneta. En el cometa tenemos ambos gases, metano y oxígeno, pero no tenemos vida, así que quizás no era una firma biológica tan buena como pensábamos", afirmó Altwegg.