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La espuma de las horas

Dietrich y Riefenstahl, dos vidas paralelas entre el bien y el mal

Nacidas en los albores del pasado siglo, berlinesas, bellas y ambiciosas, eligieron, junto con el cine, caminos opuestos

Marlene Dietrich y Leni Riefenstahl, con la actriz china-americana Anna Mae Wong, en 1930.

Pocas veces las vidas paralelas han servido para mostrar caminos tan divergentes como los de la cantante y actriz Marlene Dietrich y la realizadora de cine Leni Riefenstahl. ¿Por qué entonces paralelas? Las dos eran berlinesas bellas y ambiciosas, nacidas tan sólo con ocho meses de diferencia y tocadas por la fantasía de un nuevo amanecer: Marie Magdalena Dietrich, el 27 de diciembre de 1901; Bertha Helene Amalie Riefenstahl, el 22 de agosto, de1902. Ambas crecieron en medio del miedo y el caos de la Gran Guerra para más tarde situarse cada una de ellas en una trinchera opuesta. Las dos pudieron ser Lola en El ángel azul y, sin embargo, sólo una lo consiguió. Apenas se trataron, aunque durante los treinta años que fueron vecinas Riefenstahl llegó a asegurar que desde su casa podía ver las ventanas del apartamento de Dietrich.

Una doble biografía - "Dietrich & Riefenstahl"- de la historiadora Karin Wieland explora las vidas de las dos artistas más populares e influyentes de Alemania en los años antes y después de la llegada de Hitler al poder. Wieland, berlinesa como las protagonistas de su libro, extrae de la copiosa documentación que maneja una especie de salvoconducto para que el lector viaje cómodamente por el siglo XX, la política, la cultura, el cine alemán y Hollywood. Pero lo que realmente subyace en las páginas de esta biografía resulta aún más ambicioso y tiene que ver con el bien, el mal y los poderosos contrastes y claroscuros que proyectan.

Dietrich desertó, trabajó en Hollywood y se convirtió en ciudadana estadounidense en 1939. Vendió bonos de guerra y viajó a través de la ocupación nazi por Francia e Italia, entre 1944 y 1945, superando el miedo, la fatiga y las penosas condiciones del terreno, para entretener a las tropas aliadas. Por el contrario, Riefenstahl abrazó el gobierno nacionalsocialista, aun cuando, después de la guerra, negó haberlo hecho, del mismo modo que confesó desconocer la realidad detrás de los campos de exterminio. Quería dirigir películas y aceptó la financiación nazi, pero su trato con el diablo fue más allá.

Riefenstahl es conocida por El triunfo de la voluntad, una película propagandística sobre el mitin del Partido Nazi de 1933 en Nuremberg, y Olympia, una exaltación de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. En una de las audiencias de posguerra sobre la desnazificación, sostuvo que apenas había tratado a Hitler y que jamás frecuentaba las residencias de los altos jerarcas del Régimen. Pero en un documento identificado como el diario de Eva Braun, ésta se refiere a Riefenstahl como "la rival" que bailó para el Führer y recibió regalos en metálico independientemente de la financiación de sus películas. La amistad con el ministro de propaganda Joseph Goebbels, con el que más tarde dejaría de llevarse bien, también está anotada en el dietario atribuido a Braun.

Ni Dietrich ni Riefenstahl eran precisamente seres frágiles. Ambas tenían en común la determinación de sobrevivir y de expresarse a través del cine. Pero la complicidad de la última con los nazis define su bancarrota moral. Cerca del final de la guerra, con motivo del rodaje de Tiefland, basada en la ópera de Eugen d'Albert, con libreto del catalán Àngel Guimerà, recurrió a gitanas de un campo de concentración para aplaudir el baile de Marta, la protagonista. Las reclusas se unieron al set con la esperanza de que la filmación les salvaría del exterminio. No fue así y al terminar de rodar fueron devueltas a Auschwitz. Revisar la secuencia del film en que ríen despreocupadas, ellas y los niños que las acompañan, resulta espeluznante.

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