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AMANDA MAJESKI | Soprano, el domingo canta "Las bodas de Fígaro" en el Campoamor

"Puccini es como el arroz con leche; Mozart es un plato mucho más sólido"

"La condesa de Almaviva, mi papel, es una mujer maravillosa, activa e inteligente que tiene siempre la esperanza de recuperar a su marido"

Amanda Majeski, en el escenario del Campoamor, dispuesto para un ensayo. MARÍA GÓMEZ

La soprano norteamericana Amanda Majeski llegó el martes a Oviedo y el jueves ya había comida fabada y arroz con leche y bebido sidra. "Lo más importante del mundo es Mozart y después la comida", comenta, siempre de excelente humor. Venía avisada y ciertamente no perdió ni un minuto. Ensaya el papel de la condesa de Almaviva de "Las bodas de Fígaro", de Mozart, que el próximo domingo, en primera función, cantará en el teatro Campoamor. Es el tercer título de la temporada de ópera de Oviedo. El año pasado cantó este mismo rol nada menos que en el Metropolitan de Nueva York y en la próxima primavera lo repetirá en Chicago lo que da idea de su altísima cotización artística.

-Casi inédita en España.

-Sí. Hace tres años en el teatro Real canté "La clemencia de Tito", de Mozart. Vuelvo a España para debutar en Oviedo en el papel de condesa de Almaviva que acabo de hacer en Chicago, mi ciudad, y que estrené el año pasado en el Metropolitan de Nueva York. Volveré a cantarla en marzo, en la misma producción. La hice con el maestro James Levine.

-Impresionante.

-Gracias.

-¿Cómo es su rol?

-La condesa de Almaviva, mi papel, es una mujer maravillosa, activa e inteligente que tiene siempre la esperanza de recuperar a su marido. Inicia la obra con muchas dificultades, pasando por un mal momento ya que le ha sido infiel. Es activa y es inteligente. Actúa, no se queda quieta.

-¿Acaba bien o mal?

-Depende de la producción. Creo que el mensaje que el público debería llevarse es que después de trabajar tanto al final quedan el amor, la esperanza y todo vuelve a su sitio.

-¿En Mozart o en la vida real?

-En los dos casos, claro. Absolutamente. Mozart era muy bueno en la vida real.

-¿Vocalmente?

-Siempre es difícil. Es el papel más difícil que he cantado. Es muy exigente. Tiene muchas partes donde hay líneas tan largas que casi te quedas sin aire. A veces da miedo hacerlo. Pero a la vez ¡es tan agradecido! Lo que dice tiene siempre mucho significado y es muy poderoso.

-¿Qué diferencia hay entre cantar en Nueva York y en Oviedo?

-Es diferente pero al tiempo los teatros de las dos ciudades son un reto. Aquí me he encontrado con un increíble equipo, con un gran director de escena y con un gran director musical. Me hace mucha ilusión borrar la pizarra y ponerme a empezar de cero, de una forma fresca, el personaje.

-¿Es mozartiana?

-Canto mucho Mozart. Estoy asimismo empezando a hacer un poco cosas de Strauss. No tengo una voz italiana. Soy de ascendencia polaca y mi voz se inclina más al repertorio alemán.

-Verdi, Puccini...

-No, son más apropiados para una cantante española, Quizá más adelante, quizá algún día.

-No tienen más dificultad que Mozart.

-Cierto, se requiere muy buena técnica para cantar a Mozart. Puccini es el arroz con leche y Mozart es un plato mucho más sólido, necesita mucha técnica y cuando lo empiezas a cantar tienes que regresar a lo básico.

-¿El arroz con leche?

-Me encanta la gastronomía. La fabada, la sidra. Llegué el martes a Oviedo después de terminar en Chicago. Ya me habían avisado antes de venir que tenía que probar la fabada, la sidra y el arroz con leche.

-¿Y en apenas dos días hizo el recorrido?

-Sí. Por supuesto. Era una obligación probarlos.

-¿Le preocupa lo que ha dicho la OMS sobre algunas carnes?

-No voy a dejar el bacon y el chorizo. No creo a la OMS.

-¿Cómo inició su carrera?

-Me gradué en el Instituto Curtis de Filadelfia, en 2009. Y realicé el programa de artistas jóvenes en Chicago.

-¿Y el Metropolitan?

-Me cogieron en el Metropolitan para el segundo reparto de "Las bodas de Fígaro". Y para cinco funciones. El primer reparto tenía diez funciones, incluido el estreno. En uno de los ensayos, ya con el maestro, la soprano del primer cast enfermó. Me pusieron a cantar el tercer acto que es el más difícil del papel. No lo debí hacer mal porque me dijeron que iba a cantar en el estreno como así fue.

-¿Nervios?

-Sí. Muchos. Claro. El destino muchas veces te pone ahí.

-¿Dónde aprendió español?

-En el colegio aprendí algo. Y lo tengo guardado por aquí, por algún sitio.

-Tiene una voz muy bonita hablando incluso.

-Gracias.

-¿La alegría de vivir de Mozart se contagia a los cantantes?

-Cierto. Me encanta la felicidad que transmite y cómo consigue que participen los personajes mezclando las voces. Todo muy bonito.

-¿La crisis afecta a la ópera en EE UU?

-Es curioso que en un país tan grande solo haya cuatro o cinco grandes teatros de ópera. Van muy bien. Los demás medianos o pequeños, están ahorcados, están pasándolo mal. Casi todo nuestro sistema de financiación de las artes depende de los patrocinios privados y cuando las cosas no van bien se acusa la situación sobre todo en los teatros pequeños.

-¿Qué hace un día normal?

-Un día normal no tengo el jet lag como hoy. Hago algo de ejercicio físico al levantarme. Desayuno. Llego una hora antes al menos a los ensayos, caliento la voz, estoy tranquilla y tomo un te. Después del ensayo, una fabada, claro. Vuelvo a la segunda sesión de ensayos y después a casa a conectar por skype con mi marido que está en San Francisco. También es cantante. Nos conocimos en el programa de jóvenes artistas de Chicago.

-¿Cantan juntos?

-No, es un bajo barítono. Algún día cantará haciendo el papel de mi padre. No es fácil la vida de un artista. No me quiero imaginar cómo harían antes sin estas tecnologías.

-¿El Día de Acción de Gracias en Oviedo?

-No, ya habré acabado aquí. Estaré en San Francisco. Ya lo tengo medido.

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