Los emigrantes asturianos al continente americano en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX tuvieron siempre muy presente su tierra y su lengua. Precisamente la presencia de ésta en la correspondencia de quienes se embarcaron en busca de mejor fortuna es la materia de la tesis doctoral de Laura Martínez Martín, un estudio titulado "Voces de la ausencia, las cartas de los emigrantes asturianos a América 1856-1936", en la que subraya "el hibridismo a la hora de expresarse, la mezcla del castellano con un asturiano "que salta constantemente tanto en la forma de construir las frases como en el empleo de los términos y las expresiones".

Natural de Guadalajara y titulada en Humanidades e Historia en la Universidad de Alcalá de Henares, Martínez repasó para su trabajo alrededor de 300 cartas, de las más de cinco mil que ha reunido el Museo del Pueblo de Asturias de Gijón, enviadas por asturianos a su familia desde distintos países, sobre todo desde Cuba, lugar en el que recaló la mayor porción de asturianos que salieron de su tierra con la intención de mejorar su modo de vida.

"Por indicación del director de mi tesis, el profesor Antonio Castillo, me propuse estudiar esa correspondencia y me encontré una mina". Las interesantes historias que descubre a partir de esas narraciones sirvieron para que la estudiosa se implicara de lleno en el proceso, centrándose en la correspondencia de 25 familias de emigrantes. Algunos enviaron diez cartas, pero otros pueden llegar hasta cien. "Avanzado el análisis del material, me di cuenta de que en la mayoría de ellas la lengua asturiana se come al castellano", comenta. Aunque no todas están escritas en asturiano, su presencia es muy importante en muchas de ellas y así lo constata Martínez, que, aunque no es filóloga, aprecia que una parte de los escribientes son "personas formadas capaces de expresarse en asturiano sin ningún problema, mientras que hay otro sector, que seguramente no ha completado la escuela, pero en cuyos textos asoma constantemente la lengua asturiana como su forma de expresarse en el día a día, con su familia, con sus amigos".

Convencida de que los autores de las misivas pensarían que hablaban un mal castellano, "en realidad lo que hacían era mezclar las dos lenguas, un fenómeno muy común cuando se usan las dos en un mismo entorno".

Para un análisis más preciso, Martínez se centró en tres epistolarios completos, dos mujeres, una de Loro (Pravia) y otra de San Cristóbal (Avilés) y un joven de Gijón. "Presentan una casuística distinta puesto que ellas pertenecen al mundo rural y están peor alfabetizadas y él, en cambio, sí tiene estudios. Tienen competencias lingüísticas y gráficas muy distintas". Los tres fueron emigrantes a Cuba en las primeras décadas del siglo XX y presentan un fenómeno lingüístico muy interesante: "El de ellas es un asturiano totalmente mezclado con el castellano porque a este idioma corresponde su estructura gramatical, pero insertaban términos totalmente asturianos", comenta la doctora, que diferencia la escritura de las dos mujeres de la del joven. "Él es una persona capaz de redactar textos íntegramente en lengua asturiana, aunque a veces incluye alguna palabra en castellano, pero conoce perfectamente la diferencia entre ambas lenguas".

Además de expresarse con muchos vocablos y expresiones asturianas, para los escribientes la presencia de Asturias era constante en sus cartas. "Son personas que viven entre dos mundos y eso se nota en su correspondencia. Su mente no abandona nunca Asturias, su espíritu está aquí y sus costumbres siempre están presentes".

Laura Martínez participa esta tarde en les Xornaes Internacionales d'Estudiu, organizadas por la Academia de la Llingua, que se celebran desde hoy hasta el jueves en la Facultad de Filosofía y Letras.