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La espuma de las horas

"El periodismo no es una ciencia exacta"

El caso de Dan Rather, el hombre de las noticias de la CBS que destruyó su credibilidad con una información sobre Bush, reverdece con la película "La verdad"

Dan Rather.

Dan Rather era un tipo bastante de fiar en 2004 cuando su informativo de televisión de la CBS, "60 minutos", emitió el reportaje donde aseguraba que el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se había ocultado en la Guardia Nacional para evitar ir a la guerra de Vietnam. Rather, que había ingresado en la cadena en 1962, arrastraba tras de sí la leyenda de los grandes. Junto con Tom Brokaw, de NBC, y Peter Jennings, de ABC, formó parte de la generación de conductores de noticias que había llegado a la pequeña pantalla siguiendo la estela de los míticos Ed Murrow y Walter Cronkite. De hecho Rather, sucedió a este último en las noticias de la noche de la CBS, algo que Cronkite aceptó a medias.

El trabajo de Dan Rather de primera línea en Indochina o durante la invasión soviética de Afganistán, donde gracias a su arrojo se le llegó a conocer por el apodo de Gunga Dan; haber sido el primero en anunciar la muerte de John F. Kennedy; las seis elecciones presidenciales cubiertas a lo largo de su carrera, y ser el autor de la última entrevista concedida por Sadam Hussein, engrosaban su prestigio cuando se dirigió a los americanos para denunciar en un informe las torturas y asesinatos cometidos por el ejército de su país en Abu Ghraib, la cárcel próxima a Bagdad. Aquel fue un triunfo periodístico, un auténtico bombazo, antes de su ignominiosa caída tan sólo seis meses después.

Rather era un hombre que transmitía confianza a las audiencias, un periodista aparentemente riguroso y comprometido con la verdad. Pensar que, con su veteranía y oficio, podría patinar en una información era algo inimaginable. Y, sin embargo, sucedió. Apenas dos meses antes de que Bush fuera reelegido para una nueva etapa en la Casa Blanca, el veterano anchorman de la CBS presentó un informe de la mano de su productora la talentosa Mary Mapes. Se trataba de una investigación llevada a cabo en la Guardia Nacional Aérea tejana donde supuestamente el presidente de Estados Unidos, recurriendo a privilegios familiares, se había escondido para no tener que ir a la guerra de Vietnam. La unidad era conocida por la "unidad champagne" por el tipo de élite que albergaba en sus filas. Allí estaban parapetados, entre otros, descendientes de la oligarquía del Estado de la estrella solitaria y algunos futbolistas de los Dallas Cowboys, que consideraban un inconveniente mayúsculo el hecho de tener que arriesgar el pellejo en un infierno que ni tan siquiera sabían ubicar en los mapas.

La revelación explosiva, basada en notas fotocopiadas supuestamente escritas por el comandante del escuadrón de Bush, dejaba a la luz que éste había desobedecido La una orden para presentarse a un examen físico en 1972. La Casa Blanca no planteó inicialmente problemas por la procedencia de los documentos, de una fuente poco fidedigna. Únicamente, el Presidente negó que hubiese recibido un trato especial y añadió que había sido dado de baja de manera honorable de la Guardia en 1973. Quienes sí se abalanzaron sobre el cuello de Rather, Mapes y el resto de la CBS, fueron los perros de presa de la blogosfera de la derecha estadounidense, no dispuestos a dejar pasar la oportunidad de condenar públicamente al periodista que había denunciado las torturas de Abu Ghraib. Para ellos, el director del informativo "60 minutos" -que en España podría equivaler al programa "Informe Semanal", de TVE1- y su productora eran dos cruzados de la izquierda tratando de derribar de manera empecinada a un presidente.

Los medios de comunicación se apresuraron a levantar la liebre sobre las posibles causas del desliz, y la cadena fue incapaz de ofrecer explicaciones convincentes sobre las fuentes exploradas por sus informadores. Los documentos, que habían vagado inexplicablemente por la naturaleza y cayeron décadas después en las manos de un militar retirado que abrigaba intereses personales contra Bush y la Guardia Nacional, jamás pudieron ser autentificados, en parte por impericia profesional. Luego, el polvo se asentó y el lugar quedó contaminado.

A consecuencia del Memogate, así fue conocido el escándalo, Mapes fue despedida y jamás volvió a las noticias de la televisión. Después de haber trabajado allí 44 años, Rather abandonaría CBS News meses más tarde, presentando por incumplimiento de contrato una demanda de 70 millones de dólares contra la cadena, que en 2009 fue desestimada. Había pedido disculpas pero siguió manteniendo firmemente que la historia era objetivamente exacta, a pesar de que la fuente, Bill Burkett, exteniente coronel de la Guardia Nacional Aérea de Texas y crítico con el Presidente, les mintió acerca de donde había obtenido las notas. Posteriormente, una investigación encargada por la cadena concluyó que Mapes y Rather habían hecho caso omiso de "los principios periodísticos fundamentales" al lanzar al aire una información no probada. CBS se abstuvo de etiquetar la documentación como falsa, pero los serios interrogantes acerca de su autenticidad no hicieron más que acentuarse.

La película La verdad, del debutante James Vanderbildt, con Robert Redford y Cate Blanchett, en los papeles de Rather y Mapes, se encarga de reverdecer el caso. Eso sí, según la crítica, sin aportar mayor luz a lo que ya se conocía, incluso retorciendo, de acuerdo con sus detractores, algunos de los hechos que, al pasar por el tamiz de la ficción, quedan al servicio de lo que realmente no sucedió. CBS sostuvo, en un comunicado: "Resulta asombroso comprobar lo poco que hay de verdad en La verdad". Su explicación es que en la película concurren demasiadas distorsiones, evasiones y teorías de conspiración sin fundamento. "Trata de convertir grandes errores del periodismo en actos heroicos protagonizados por mártires. Ello supone un flaco favor no sólo al público, sino a los periodistas que se esfuerzan todos los días en conseguir noticias, a veces con gran riesgo, y obtienen el derecho a poder contar la historia". Los productores de La Verdad se limitaron a responder: "Entendemos que la CBS quiera protegerse. Esperamos que la gente vea la película y juzgue por sí misma".

Y ¿qué pasó con Rather? El veterano periodista jamás se sobrepuso del golpe. Después de aquello no fue recibido lo que se dice calurosamente por sus colegas. La cadena donde había trabajado tantos años le hizo en 2006 la "oferta Cronkite": una oficina, una secretaria y un estado emérito a perpetuidad. Pero él se resistió a jugar un "papel irrelevante" y ese mismo año dejó CBS News, de la que se fue ganando seis millones de dólares anuales.

Últimamente, a propósito del estreno de la película de Vanderbildt, Dan Rather, de vuelta a la actualidad con 84 años, comentó: "El periodismo no es una ciencia exacta". Un pensamiento que a la fuerza tuvo que percibir Walter Cronkite, que jamás estuvo demasiado convencido de que su sucesor pudiera reemplazarlo con acierto, a veces se dijo que por cuestiones de celos. Cuando Cronkite se retiró en 1981 del informativo de mayor audiencia de la televisión de Estados Unidos, la CBS había puesto a disposición de Rather un equipo de más de 300 personas y 100 millones de dólares con el fin de reforzar a su presentador estrella, que los televidentes no acababan de aceptar.

Evidentemente Rather no era lo mismo que el viejo coloso, "el hombre de las noticias del siglo XX", como se encargaría de probar el incidente del "Dead Air". No sé si conocen la historia. El 11 de septiembre de 1987, Dan Rather abandonó el estudio mientras se disputaba un partido de tenis entre Steffi Graf y Lori McNeil, sin prever que iba a concluir antes de lo esperado. El busto parlante no aparecía y más de cien estaciones afiliadas tuvieron que esperar 6 minutos hasta que el locutor se puso delante de las cámaras. Desistió la mitad de la audiencia, por lo que Rather tuvo que disculparse. Cronkite comentó a un reportero: "Yo lo hubiera despedido. No hay excusa".

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