Como en la construcción de un edificio, la prueba de resistencia funcionó. El público sevillano que acudió al estreno nacional de "La ciudad del trabajo" valoró positivamente la propuesta de Guillermo G. Peydró sobre uno de los mayores enigmas arquitectónicos de nuestro país, la Universidad Laboral de Gijón. Su película compite en la sección "Resistencias" en la que se muestra el cine más comprometido y arriesgado. A lo largo de 60 minutos, imágenes actuales de la Universidad Laboral de Gijón se combinan con el audio de películas españolas de los años 50 para mostrar el adoctrinamiento del régimen franquista.

Peydró plantea una reflexión teórico-práctica sobre arte y sociedad, siguiendo el itinerario de sus anteriores películas centradas en la capacidad de transformación del arte. En el encuentro que mantuvo con el público, justificó la incorporación de diálogos de películas españolas porque "en el cine contemporáneo a la creación de La Laboral puede rastrearse el subconsciente del edificio, que es también el subconsciente de una época, y ello puede contribuir además a descifrar algunas de sus contradicciones". Para hacer la selección final de audio visionó 110 películas y solo tomo referencia a las conversaciones sobre educación y trabajo. El director insertó diálogos de películas como "Jeromín", "Las aguas bajan negras" o "A mi la legión" y los combinó con las imágenes del edificio para mostrar la ideología que se pretendía inculcar al alumnado, en la que convivía "el patriotismo violento y el humor anticomunista, la fábula religiosa ligera con la exaltación de la muerte, la insistencia en la belleza del sacrificio del hombre por la patria y de la mujer por el hombre, con la crítica cada vez más abierta de las grietas del nuevo contrato social impuesto por los vencedores".

El director y programador madrileño explicó al público, sorprendido por la monumentalidad de la Universidad Laboral, que "fue proyectada como una ciudad cerrada, grandiosa y autosuficiente, reinventada hoy como Ciudad de la Cultura que sobrevive como una metáfora del propio encierro y deseos sublimatorios del país entero durante sus dos primeras décadas de dictadura".

Fue el edificio más importante del régimen, lo construyeron grandes artistas, pero Franco nunca lo visitó.