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DAVID MENÉNDEZ | Barítono castrillonense, el domingo canta en el Campoamor

"El conde de Almaviva tiene gran poder y poca inteligencia; eso es muy peligroso"

"En 'Las bodas de Fígaro', de Mozart, no hay ni mucha fidelidad ni mucha lealtad, sólo aparecen sucesivos engaños y algún amor sincero"

David Menéndez, durante la mañana de ayer, sobre el escenario del Campoamor ya con la escena de la ópera dispuesta. LAURA CARADUJE

El barítono castrillonense David Menéndez será el domingo, en el teatro Campoamor, el conde de Almaviva en "Las bodas de Fígaro", de Mozart. Es el tercer título de la temporada de Oviedo. La producción corresponde a OperaBallet Vlaanderen. David Menéndez cantó hace poco más de dos semanas en el Auditorio carbayón, en el concierto presidido por los Reyes y la pasada primavera la zarzuela "Katiuska".

-¿Cómo es su conde?

-El conde de Almaviva, en este producción sobre todo, es un niño grande que utiliza a la gente que tiene alrededor como sus juguetes. No tiene en cuenta que son personas más listas que él o que saben buscarle las vueltas para salirse con la suya. Queda en evidencia constantemente. Le superan las circunstancias. Quizá por eso está siempre mosqueado consigo mismo y su entorno. Por eso canta "no se qué dios o qué hombre o qué demonio" está moviendo los hilos a mi alrededor para que me salgan las cosas al revés. En esta producción es más simple que en otras. Cree que tiene el control de las cosas. No se da cuenta que todos se salen con la suya salvo él.

-¿Por qué?

-Su gran problema es el derecho feudal. Susana y Fígaro rechazan esas leyes. Nada de derecho de pernada. Quieren casarse. El conde, a su vez, quiere acostarse con Susana. Y con todas las que se le ponen delante.

-Ese Dios es Mozart.

-Claro. Entre Mozart y el libretista le hicieron la vida imposible al conde.

-¿Qué aporta a su rol?

-Pongo el bagaje de haberlo hecho más veces. Lo debuté hace años en el Liceo en una producción de Lluís Pasqual. La última vez que lo hice fue con Emilio Sagi para el teatro Real, una versión muy clásica con olor a azahar en la sala en el cuarto acto. Esta producción tiene un punto de vista un poco diferente. El papel adquiere un nivel un poco más simple. Eso facilita las cosas, el conde se sorprende mucho de lo que ocurre a su alrededor.

-La suma de simpleza y poder es explosiva.

-Totalmente. No ver más allá, no ver la consecuencia de un mero capricho porque la cabeza no da para más es muy peligroso. Y en todos los ámbitos de la vida. El conde de Almaviva tiene mucho poder y poco inteligencia, eso es muy peligroso.

-Eso es muy actual.

-Sí, muy actual.

-"Las bodas de Fígaro" es una ópera bufa pero lo que usted dice no se corresponde con ese esquema.

-Parece dramática en mis palabras porque para mi, como conde, es un drama. La comicidad está en torno a mi personaje. Todos me torean. En cuanto me citan entro al trapo. Para mi es un drama. Tengo un objetivo claro que no consigo. Por el camino no tengo más que problemas. Para mi lo interesante del personaje es que no es bufo. Resulta cómico no por lo que hace sino por lo que le pasa. Lo que le pasa es muy serio, nada cómico.

-¿Mozart era un moralista? El malo acaba mal...

-Relativamente. La condesa le perdona. Un perdón social claramente. La pareja se mantiene porque eso es lo que se espera de ellos. El conde, de todos modos, piensa seguir siendo un tarambana, detrás de todas la mujeres.

-Lo importante no es la fidelidad sino la lealtad.

-En "Las bodas de Fígaro" no hay ni mucha fidelidad ni mucha lealtad, solo hay sucesivos engaños y algún amor sincero. Por ejemplo, si seguimos la historia la condesa se casa con Cherubino.

-Es ficción.

-Ya, pero se basa en hechos. En una novela de Beaumarchais sobre un hecho real, creo. Las infidelidades le llevan a desenamorarse y le atrae más Cherubino, el paje, que le está tirando los tejos constantemente. Es interesante la figura de ese chavalín, en plena efervescencia, que le gustan las mujeres como los caramelos.

-Parejas y parejas.

-Es un título que presenta todos los tipos imaginables de pareja y de amor. La pareja mayor, Marcellina y Bartolo; la del conde y la condesa; la de Fígaro y Susana y la de Cherubino y Barbarina. Marcellina y Bartolo tienen un lío de jóvenes y de ahí nace Fígaro. En la ópera ya son viejos, no se soportan y acaban juntos solo como padre. El conde y la condesa son una pareja con crisis y falta de amor. La condesa se siente joven con Cherubino, eso le viene bien. Fígaro y Susana están en el máximo punto de enamoramiento. Y a Cherubino que le viene bien Barbarina, están en el primer amor, en los fuegos artificiales.

-¿Cómo es vocalmente su papel?

-Siempre estudié Fígaro. Siempre me dijeron que quizá mejor el conde. Nunca lo había probado ni siquiera el aria, propia de cualquier audición. Me viene dado por mis características físicas. Me van los papeles de estirado.

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