El filósofo y ensayista francés André Glucksmann falleció en la madrugada de ayer en París a los 78 años de edad. Fue uno de los jóvenes pensadores de mayo del 68, encabezó con Bernard-Henri Lévy el movimiento de los nuevos filósofos -lejos ya de la izquierda y virtualmente en el campo de las derechas- apoyó la primera guerra del Golfo y denunció infatigablemente todas las agresiones a los derechos humanos en cualquier terreno. La noticia del fallecimiento la dio su hijo Raphael en su cuenta de Twitter. "Ayer perdí a mi primer y mejor amigo. Qué suerte haber debatido y jugado, haber reído y luchado junto a un hombre generoso!", indicó en la red social.

"Hay un cambio fantástico pero no es solo económico" declaró hace 11 años a LA NUEVA ESPAÑA en su domicilio de París "un cambio que afecta a todo, un cambio difícil de comprender. Durante la guerra fría se modificaron muchas costumbres, muchas ideas, se produjo un cambio total. Todo estaba permitido. Durante la guerra fría la peste nihilista de hizo dueña de todo el planeta". El nihilismo, ciertamente, fue uno de los blancos de sus críticas aceradas.

André Glucksmann publicó su primer libro "Discurso de la guerra", en 1968, año en el que participó en los sucesos del mes de mayo como militante maoísta y, en la década de los setenta, figura en los grupos a favor de la resistencia a la opresión soviética. En 1975 publica "La cocinera y el devorador de hombres, reflexiones sobre el Estado, el marxismo y los campos de concentración' y en 1977 "Los maestros pensadores", dos ensayos que están entre sus obras más destacadas y que suponen un giro decisivo en sus planteamientos .

Durante los años 80 del pasado siglo, cubre para la prensa francesa la caída del muro de Berlín y sigue publicando obras de profundo calado. Escandalizó a los círculos de la izquierda clásica por apoyar la intervención de la OTAN en Serbia, también se mostró a favor de la causa chechena y denunció la actitud de los países occidentales hacia la política de Vladimir Putin. Detestaba el terrorismo, la razón de Estado y la idea de que el fin justifica los medios. En 2007, respaldó la elección de Nicolas Sarkozy como presidente de Francia.

Glucksmann era uno de los intelectuales más mediáticos de Francia por su vehemente intervención en numerosas polémicas. Capitaneó el movimiento de los Nuevos Filósofos a comienzos de los años setenta, con un notable desarrollo en la década siguiente y tuvo una marcada evolución ideológica a lo largo de su vida pública.

"André Glucksmann llevaba en él todos los dramas del siglo XX. Impregnado por lo trágico de la historia tanto como por su deber de intelectual, no se resignaba a la fatalidad de las guerras y las masacres. Siempre estaba alerta y a la escucha del sufrimiento de los pueblos", señaló ayer un comunicado el Palacio del Elíseo "el presidente François Hollande saluda su memoria y dirige a su familia y a sus allegados sus sinceras condolencias". También el primer ministro francés, Manuel Valls, tuvo palabras de recuerdo para el filósofo a través de su cuenta de Twitter: "La indignación, el destino de los pueblos, el rigor del intelectual: André Glucksmann guiaba las conciencias. Se echará en falta su voz".

Nacido el 19 de junio de 1937 en Boulogne Billancourt, una ciudad limítrofe con París, de padres judíos de origen austríaco, era asistente del sociólogo Raymond Aron cuando se produjeron las revueltas estudiantiles de 1968, en las que participó activamente.

Pasó de ser un militante maoísta defensor de la llamada Revolución Cultural llevada a cabo en China a romper con el marxismo y a denunciar los crímenes de los regímenes comunistas, en particular en con su éxito editorial "La Cocinera y el devorador de hombres. Reflexiones sobre el Estado, el marxismo y los campos de concentración" del que se vendieron decenas de miles de ejemplares.

En 1979, junto al liberal Raymond Aron y al padre del existencialismo, Jean-Paul Sartre, se puso en cabeza de una iniciativa para acudir en ayuda de los refugiados que huían de Vietnam con la victoria allí de los comunistas en la guerra. Miles de esos refugiados fueron acogidos entonces por Francia.

Muy activo en los movimientos anticolonialistas, en los años 1980 su viraje ideológico fue hacia el atlantismo, entendido como una forma de antitotalitarismo y de defensa de los derechos humanos frente a múltiples dictaduras. Por eso mismo se pronunció contra el pacifismo.

Defendió la intervención de la coalición liderada por Estados Unidos contra el Irak de Sadam Husein en la primera Guerra del Golfo en 1991, al igual que la de la OTAN en Serbia en 1999 por el conflicto con Kosovo.

Apoyó a Nicolas Sarkozy pero posteriormente se alejó de él por la proximidad que mantuvo el presidente francés con el mandatario ruso, Vladimir Putin, cuya política, en particular en Chechenia, había denunciado repetidamente.

"No hay una guerra entre el mundo occidental y el mundo musulmán" dijo en aquella entrevista de 2004 con este periódico "lo que hay es una división entre civilizaciones, entre la libertad, la democracia y el derecho, de una parte, y la autocracia, el terrorismo y el despotismo, de otro lado".