Stephen Kovacevich arrancó ayer con la sonata opus 1 de Berg y ya no paró, de hondura en hondura, primero con Beethoven, después a cuenta de Schubert para, ya en la propina, volver al contrapunto de la sonata inicial con la partita número 4 de Bach. Las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni", patrocinadas por LA NUEVA ESPAÑA, vivieron una velada con historia porque Kovacevich estaba inédito en Oviedo. Un verdadero mito que se asoma a sus 75 años a las etapas finales de Beethoven y Schubert con un Berg inicial y por eso puente del mundo clásico hacia a las vanguardias.

El pianista norteamericano abrió la velada del Auditorio con el planteamiento infinito de la sonata de Berg. Las dos bagatelas de Beethoven no dejaron margen a vacilaciones porque son realmente maravillosas. Y sin más, la penúltima sonata de Beethoven donde mira al abismo de la muerte con una libertad absoluta que Kovacevich entendió a la perfección. En la segunda parte, la abisal sonata número 21 de Schubert. Cuarenta y un estudiantes del Conservatorio de Gijón le pidieron autógrafos con fervor.