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Hoy es siempre todavía

Martín Casariego: "Ser padre es una enorme irresponsabilidad que obliga a ser todo lo responsable que puedas"

El último premio "Café Gijón" siente la presión de la creciente dificultad de vivir de la escritura y la necesidad de acertar

Martín Casariego, ante la puerta del edificio histórico de la Universidad de Oviedo en la calle San Francisco. LUISMA MURIAS

-Lamento la conciencia de cómo va pasando el tiempo. Si lo pienso, estoy muy bien pero tengo preocupaciones.

-¿Cuáles?

-Siento el runrún de adónde me lanzo, porque tengo muchas ideas distintas, y a ver si acierto, porque en la escritura nadie te muestra el camino. Tendría que ser más consciente de las pequeñas cosas: no tengo problemas de salud, mi mujer y yo no pensamos separarnos, tengo dos hijos -Miguel y Juan-, mi último libro, "El juego sigue sin mí", ganó el premio de novela "Café Gijón", mantengo la ilusión de escribir.

-¿Qué teme?

-Sentirme agotado y dejarme dominar por el ambiente de miseria y dificultad de esta época de incertidumbre. Los escritores hacemos algo que nos gusta y no tenemos jefe inmediato, pero siento la incertidumbre de no saber si podré vivir como hasta ahora, bien pero sin lujos. No me apetece vivir en un sitio sin baño y agua caliente, pero nunca me importó tener un traje y mis coches siempre han sido viejos y abollados. Compartí una Vespa con un hermano de los 18 a los 33.

Martín Casariego Córdoba (Madrid, 1962) ha publicado 15 novelas (la más exitosa, "Mi precio es ninguno") y escrito seis guiones de cine (el primero, "Amo tu cama rica"). Hijo de ovetense, ha veraneado en Luanco y en Posada de Llanes.

-Tiene novelas juveniles y otras con jóvenes. ¿Le interesa la iniciación?

-Hay un momento en la vida, largo, que me llega a hoy y puede durarme veinte años más, que es el del aprendizaje. Me apasiona porque tiene muchas cosas buenas y muchas malas. Sé más que cuando tenía 20 años, pero tengo más conciencia de mi ignorancia. A los 15 años la frase "Conócete a ti mismo" me parecía una chorrada; a los 53 me doy cuenta de que estoy en ello. El mundo es todavía más interesante de lo que pensaba.

-¿Qué edad cree tener?

-Treinta y pico. Soy consciente de mi edad, pero el paso del tiempo es traicionero. Me siguen gustando el cine, la lectura, hablar y salir de copas con los amigos hasta tarde, pero cuando tienes hijos eso hay que recortarlo.

-¿Qué edad tienen?

-9 y 11. Cambian la vida radicalmente. Ser padre es una enorme irresponsabilidad que te obliga a ser todo lo responsable que seas capaz. La irresponsabilidad es una de las cosas más bonitas que hay si, con todos los matices que se quiera, te gusta la vida. Tener un hijo es consecuente con esto. No descartaba ser padre, pero no era un objetivo en mi vida. Quizá haya sido tardío en el amor, a la espera de una persona con la que pensara que iba a estar muchos años. Mi mujer es diez años menor. Lo malo de ser padre mayor es que los niños tienen mucha energía y mi físico no está para muchos trotes.

-Se le nota interesado en la educación que da.

-Yo no vivo una vida despreocupada, como un pájaro. Me planteo constantemente las cosas, si hago bien o mal, conmigo y con mis hijos.

Martín Casariego nació en una familia grande con muchos artistas. Su padre, Pedro Casariego Hernández-Vaquero, fue un destacado arquitecto y pintor. Su hermano mayor, Pedro, poeta y pintor que se suicidó en 1993. Sus hermanos Antón y Nicolás también escriben.

-Servirían para un estudio sobre cuánto es genético y cuánto cultural en los artistas.

-Mis padres y mis hermanos son donde yo piso. Puede sonar a Corleone, pero lo digo en otro sentido: no nos enseñaron ni a robar ni la importancia del dinero. Tuvimos un tipo de educación. Mi padre era un humanista al que le gustaban la música y la literatura. Mi madre también procedía de familia culta. La biblioteca de casa no era muy completa ni estaba hecha con rigor pero sí muy bien seleccionada y para gozar. Todos somos más lectores de novela y de poesía que de ensayo.

A los 16 años empezó a pensar en escribir, sin plantearse qué era eso ni qué vida deparaba, para emular los libros que le habían impactado y contaban la aventura interior: "El extranjero", de Camus; "El americano impasible", de Graham Greene; "El sueño de los héroes", su favorita, de Bioy Casares; obras de Kafka...

-Estudió Historia del Arte.

-Para nuestros padres era difícil pensar que no tuviéramos carrera. No nos rebelamos porque nos interesaba. Pensé en algo que me gustara, tener el título, dar clases y, con el tiempo libre, escribir.

-¿Qué falló?

-Qué salió bien. Acabé con 23 años, había paro, no era una carrera de la que salieras colocado, estaba desorientado, hice una tesina, el servicio militar y tuve una pequeña editorial con mi hermano Antón y con Emilio Calderón. Nos duró hasta que acabamos el dinero. Mandé algún currículum. Mientras tanto, había escrito un par de novelas. Mandé la tercera, "Qué te voy a contar", al premio "Herralde". No gané. Me la publicó Anagrama y gané el premio "Tigre Juan", saqué algún dinero, me ofrecieron colaboraciones en prensa e hice un guión de cine.

-¿Cómo vive este momento político y social?

-Un poco desconcertado. Un poco esperanzado en que salga de todo esto mayor limpieza en las instituciones. Un poco descreído porque los políticos que tenemos son los que corresponden a nuestra sociedad. También hay corrupción en la literatura: el escritor que engaña con las ventas, el premio logrado de no sé qué manera, el libro publicado en un país sin que el autor lo sepa...

-¿Qué le gustaría escribir distinto?

-He escrito muchas cosas distintas entre sí, pero me gustaría escribir una novela políticamente incorrecta. Lo que más me ha gustado de la edición digital de mi primera novela es que es muy incorrecta hoy. Ahora hay demasiada gente que se siente ofendida por lo que se habla y opina.

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