Bajo un título aparentemente bélico se esconde una historia de supervivencia. "Je suis un soldat" (Yo soy un soldado) va más allá de un juego de palabras para descubrir al espectador una historia de "resistencia". Así la definió ayer su director, el francés Laurent Larivière, que recaló en Gijón tras presentar la película este año en Cannes y cosechar buenas críticas.

La historia pivota sobre el comercio clandestino de perros con falsos certificados de vacunación, un "negocio" al que se dedica la protagonista para tratar de salir adelante. Y por encima de todo ello, un sentimiento. El de "la vergüenza, la vergüenza social, la frustración de la protagonista por haber llegado a los 30 años sin haber creado nada en la vida", apuntó Larivière en su encuentro con los medios.

La historia cuenta cómo Sandrine (interpretada por Louise Bourgoin) tiene que pasar por la vergüenza de haber ido a París en busca de un mejor futuro y se ve abocada finalmente a regresar a la casa materna, única de sus hermanas que retorna sin trabajo. Por ello se ve abocada al tráfico de perros, con lo que, como apuntaba el director, el filme contienen en realidad dos películas en una: "la vergüenza de encontrarse ante un presente desolador y el tráfico de perros".

Ha tratado Larivière de denunciar en su trabajo las dos cuestiones: la del peso de la sociedad en los sentimientos de fracaso de sus individuos y la del tráfico ilegal de animales, un problema que no resulta baladí porque "es el tercer tráfico ilegal en el mundo, por detrás del de las armas y de las drogas", recordó el director, antes de señalar cómo "es un negocio que mueve al año 15.000 millones de dólares; en Francia existen dos millones de animales domésticos y apenas unos 5.000 se venden en las tiendas autorizadas", apuntó.

Habló el director del título del filme, "muy importante porque tiene que ser una alegoría, pero hasta la mitad de la película no tenía claro el título y tampoco quería que el tráfico de cachorros ocupara más espacio que la historia de Sandrine", aseguró. Finalmente eligió los versos de una canción de Johnny Hallyday, "Quand revient la nuit" que "sintetiza muy bien el argumento".

También se refirió a la elección de la actriz, conocida en Francia por sus apariciones televisivas en los espacios del tiempo "con un punto de humor" que la convirtieron en idónea para protagonizar una historia, en contrapunto, "grave y profunda".

Estado de "shock"

Y aunque no era el objeto de la comparecencia, Laurent Larivière también habló de la masacre de hace unos días en París a manos de los yihadistas y de la situación que se vive en Francia. "Tres días después de los ataques, mi hijo seguía sin salir a la calle", relató el director, quien desveló que incluso llegó a pensar en no seguir con la promoción de la película, y hasta en quitarla de los cines en vista de la situación de "shock" que se vive en el país vecino.

Pero el sentimiento de resistencia pudo más que el horror. "Si dejamos de salir a tomar copas, salir con los amigos, dejar de ir al cine, al teatro, a conciertos, entonces estaremos haciendo lo que ellos quieren porque esos ataques amenazan nuestro estilo de vida. Al final decidimos continuar con la promoción y acudir a los festivales: esa es nuestra resistencia".