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Un gen que es la leche

La llegada de la agricultura y la ganadería a Europa está en el origen de desafíos adaptativos como el consumo lácteo y el aclarado de la piel

Un ganadero toma una taza de leche en una explotación asturiana.

A pesar de que el consumo de leche es hoy algo generalizado en Europa, acabamos de saber que como bebida de adultos es relativamente reciente: hasta hace 4.000 años sólo era apta para los lactantes. La capacidad para digerir leche es una de las muchas adaptaciones que surgieron con la llegada de la agricultura y la ganadería a Europa hace 8.500 años.

La mutación del gen de la lactosa, que abrió la posibilidad de consumo lácteo al cien por ciento de los europeos adultos, es una de las conclusiones de una investigación llevada a cabo por un equipo internacional con participación de expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha determinado los genes más frecuentes en los europeos en los últimos 8.000 años. El genetista Carles Lalueza-Fox, que participó directamente en la secuenciación del ADN de los fósiles de El Sidrón (Piloña), es uno de los firmantes del estudio publicado ahora en el último número de la revista "Nature".

"Lo que hacemos es mirar todo el genoma de 230 individuos prehistóricos de Europa y ver qué posiciones en todo el genoma se han seleccionado en los últimos miles de años como respuesta a adaptaciones de estas poblaciones", comenta.

En el caso de la mutación del gen de la lactosa, explica que es algo que sólo se encuentra en Europa y en algunas poblaciones africanas, pero la mayoría de la humanidad no puede digerirla. "La leche es un recurso disponible y cuando esta mutación ocurre en Europa, los que la tienen pueden sobrevivir mejor, por lo que es seleccionado de una manera muy rápida, ya que ocurre en los últimos cuatro mil años", afirma. "Se impone allí donde la agricultura podía fallar y la leche te daba un recurso fijo a lo largo del año", añade. La mutación del gen no se requiere para el consumo si la leche está procesada, como en el caso del queso.

El trabajo, liderado por científicos de Harvard, Dublín y Alemania, ofrece el hallazgo de doce adaptaciones que incluyen genes de pigmentación clara, genes relacionados con la dieta, como el de la lactosa o la enfermedad celiaca y genes de inmunidad, seleccionados para hacer frente a epidemias del pasado y a patógenos.

Gracias a una de las variantes han podido demostrar que "la pigmentación clara entra en Europa con los primeros agricultores, hace 8.500 años". Hasta entonces, como se pudo apreciar en el conocido como el hombre de La Braña, un leonés que vivió en la Península hace 8.000 años, era más frecuente la piel oscura y los ojos azules. "Son los agricultores que están entrando por la zona de Anatolia los que tienen la piel clara, pero todavía tardan en sustituirla en Europa un par de miles de años", comenta Lalueza-Fox. La explicación a esa transformación la fundamenta en que quienes tienen un modo de vida muy cárnico pueden obtener por la dieta toda la vitamina D que necesitan, pero la de estos agricultores está basada en los cereales, es vegetariana, y necesitan suplementar la vitamina D. En ese caso, "la única manera es sintetizándola en la piel de manera espontánea con el sol. En zonas como Europa con poca radiación solar, por lo tanto, necesitas que tu piel sea clara", subraya. Eso es lo que ocurre al inicio del Neolítico y lo que permite decir que el aclarado de la piel es algo que está relacionado con el cambio de dieta.

Otra de las conclusiones que ofrece el estudio es el relacionado con la estatura, que fue decreciendo en las poblaciones ibéricas a partir del Neolítico. "Los primeros agricultores", comenta Lalueza-Fox, "son más altos en la península Ibérica, pero a lo largo del Neolítico cada vez hay una selección a las variantes genéticas de estatura más baja". Desconocen el motivo del recorte, pero piensan en algo relacionado con el clima, además se ha visto recientemente que ocurría lo mismo en Cerdeña, donde se atribuyó a la insularidad. "Ocurre con muchos mamíferos, que en las islas se vuelven más bajos. Lo que pasa es que estamos mirando los genes, no la estatura. Es algo que hemos visto, pero que no sabemos interpretar todavía", subraya.

Los datos obtenidos son fundamentales para comprender el papel de las adaptaciones culturales en la configuración de las poblaciones europeas.

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