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La aventura oriental de Milky Way

La editorial asturiana de tebeos japoneses crece este año hasta hacerse la cuarta del sector y se lleva dos de los premios principales del Salón de Barcelona

Carlos E. Subero, a la izquierda, y Enrique Fuentevilla. NACHO OREJAS

Colombres tiene una relación con Tokio que une el oriente asturiano con el lejano Oriente. En un piso de la capital de Ribadedeva está el domicilio fiscal de Milky Way, una editorial de manga (cómic japonés) que tiene su oficina en Lugones (Siero) y su imprenta en Meres (Siero). La editorial es pequeña (la cuarta del sector) pero crece rápido y sus obras "A silent voice", de Yoshitoki Oima, y "Los dioses mienten", de Kaori Ozaki, se llevaron dos de los principales premios en el XXI Salón del Manga de Barcelona. Fueron, respectivamente, mejor shonen (para lectores de 10 a 15 años) y mejor seinen (para más de 15 y con historia realista).

Milky Way tiene tres socios: Enrique Fuentevilla (Colombres, 1978), director editorial, vecino de Lugones; Carlos E. Subero (Isla Margarita, Venezuela, 1985), editor jefe, residente en La Corredoria, y Patxi Larrauri, director de marketing, que está en Irlanda. Su idea es editar obras para los que quieren seguir leyendo manga cuando crecen e historias más alternativas. "Como La 2, somos para una inmensa minoría", acuña Fuentevilla.

Hace casi cuatro años Enrique y Carlos estaban tomando un café y un té en la cafetería del hotel Nor de Lugones. Carlos, licenciado en Administración y Gerencia de Empresas, había llegado a Asturias porque era más barato que Bilbao y a Bilbao porque a él y a Patxi Larrauri, pariente y socio en un directorio comercial en internet, la situación en Venezuela les parecía agobiante. En Bilbao probaron suerte con la publicidad. A Patxi le salió un trabajo con P&O en Irlanda y se fue. Enrique es licenciado en Químicas por Oviedo, pero siempre se ganó la vida en hoteles. Primero, en el Hotel Mirador de la Franca por el verano; durante la carrera en la recepción de las noches en fin de semana. Ya licenciado subdirigió un hotel en Madrid.

La mañana invernal del café, Enrique tenía un trabajo temporal en el hotel, al que Carlos llevaba la publicidad. Era la pura crisis. Los dos se sentían en tránsito y pensaron en hacer algo juntos. Carlos siempre había querido montar una editorial de cómics. A partir de ese café hicieron muchas pruebas. Descartaron editar cómic europeo o comprar una impresora. Se decidieron por el manga, en el que Carlos es experto. Entró en ese mundo de fantasía a los 10 años viendo los dibujos animados (anime) "Dragon ball" y "Los caballeros del Zodiaco". Enrique empezó hace cuatro años, por influencia de Carlos. Veía anime pero no había manga en Colombres ni en San Vicente de la Barquera (Cantabria).

La inversión inicial se concretó en 4.000 euros, los que costó editar el primer tomo de "Simon Sues", de la autora coreana Myung Hee Kim, una historia del Abogado de lo Oculto y su compañero Isaac que se enfrentan a demonios Fiends que violan los contratos firmados con ingenuos humanos.

-Carlos: Lo conocía por internet en inglés pero también leo mucho manga en italiano. Tengo centenares de tomos y todos traen el contacto en Japón. Llamamos y contratamos. Encargamos las traducciones del japonés a agencias de Barcelona.

-Enrique: Tuvimos la suerte y la mala suerte de que todo lo que podía salir mal la primera vez salió mal. Así aprendimos todo lo que merecía ser tenido en consideración. El primer libro lo imprimimos en Madrid. Tiramos 2.000 ejemplares sólo porque costaba 200 euros más que tirar 1.000. La imprenta no fue una buena experiencia y la primera distribuidora, tampoco.

Milky Way publica tomos únicos o series cortas y ya terminadas en Japón en sistema de lectura oriental, especular del nuestro (de atrás adelante y de derecha a izquierda). Su punto de inflexión llegó cuando llevaban publicados cuatro libritos.

-Carlos: Llamé por teléfono al departamento comercial del gigante editorial Kodansha. Nos atendió una chica que no nos tomó muy en serio pero concertamos una cita en la Feria Internacional del Libro Infantil de Bolonia (Italia). El jefe de derechos de Kodansha era un japonés de mediana edad que nos advirtió que no tenían interés en negociar con nosotros ni con nadie en España, pero que nos recibiría. Me dio media hora. Le conté nuestra idea editorial y se le fue relajando el gesto hasta que concluyó: "Me habéis convencido. Vamos a empezar a trabajar con vosotros. No suele hacer esto pero, dentro de un rato, cuando hables con Shogakukan (otra gran editorial), cuéntale lo mismo que a mí y diles que has hablado conmigo. Verás cómo entráis en negocios". Desde entonces, todo es distinto. Ahora Kodansha nos manda sugerencias que pueden adaptarse a nosotros.

Hace un año y medio que viven de la editorial, a la que dedican todo su tiempo. Desde que contactan con el editor japonés hasta que cobran el primer dinero de las ventas españolas de un tomo pasan siete meses. Trabajan con año y medio de antelación. En enero de este año sacaban dos tomos al mes. En diciembre, saldrán seis. Piensan ofrecer algunos títulos para el público más seguidor de la corriente principal de manga para seguir creciendo como empresa.

-Enrique: No necesitas ganar mucho porque no tienes tiempo para gastarlo. No hemos cambiado de casa ni de coche. Controlamos mucho el gasto para que crezca la editorial.

Empezaron a hacer distribución directa donde no tenían distribuidora local. Ahora les llaman las librerías para hacerles pedidos. Mejoran cuanto pueden sus ventas web, que llevan mucho tiempo pero les han dado su crecimiento rápido. Defienden comercialmente cada título porque creen que es lo que hace funcionar a las editoriales pequeñas. Sus tiradas son de 2.000 o 3.000 ejemplares; sus best-sellers, "La chica a la orilla del mar" y "Los dioses mienten", que lleva tres reimpresiones (5.000 ejemplares). Son buenas tiradas para España. En Japón, alcanzan los centenares de miles o millones si es un éxito. Pero hay paradojas: "Los dioses mienten" en Japón sólo vendió 22.000 ejemplares, muy pocos. A partir del éxito en España, Kodansha prueba a venderlo en Estados Unidos, Italia y Francia.

Carlos siempre quiso tener su propio negocio. Enrique recomienda la experiencia vital de tener una empresa a quien tenga expectativas en un campo concreto.

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